EL COSTO DE ROBARLE A LOS JUBILADOS
* Por Fernando Vilardo (legislador de Autodeterminación y Libertad)
Finalmente el gobierno de Cambiemos, gracias al acuerdo con el PJ y los gobernadores, terminó consumando un nuevo robo. Esta vez a los sectores más vulnerables: jubilados, pensionados y beneficiarios de la AUH. No siempre las decisiones que toma la dirigencia política expresa tan claramente su carácter antipopular y antidemocrático como en este ocasión.
El robo fue evidente. El gobierno a pesar de que se paseó en todos los medios durante las últimas semanas, nunca pudo explicar los supuestos “beneficios” de la medida. Mintió al menos dos veces. Una en campaña electoral, ya que nunca dijo que iba a hacer lo que finalmente hizo. Es más, lo negó rotundamente (si la ley es tan buena ¿por qué la negaba en campaña? ¿Por qué no aprovechó la campaña para “ganar votos” diciendo que iba a llevar adelante esta reforma?). La otra mentira salió a la luz cuando, luego de la muy importante movilización del jueves pasado, pero sobre todo por el malestar popular que con el correr de los días se fue extendiendo, tuvo que incorporar el bono compensador.
Si era cierto lo que decía el gobierno respecto a los jubilados, ¿por qué después tuvo que incorporar una suma fija si supuestamente “no iban a perder plata” con esta ley? El carácter antipopular del robo no pudo ni podrá esconderse.
Mientras le quitan a los jubilados, pensionados y beneficiarios de la AUH $ 100.000 millones, reconocido por el mismo gobierno, destinan a su vez $ 84.510 millones al pago de la Deuda. Lo que “no hay” para unos, hay para otros. La plata de los jubilados se va a los bolsillos de los buitres del mundo.
Pero no solo el robo fue evidente. También el carácter profundamente antidemocrático de la medida. Estaba claro que el cambio en la movilidad jubilatoria era percibido por la enorme mayoría de la población como lo que es: un saqueo a los jubilados. En la medida que el saqueo se hizo más evidente el malestar fue creciendo.
Se llegó al jueves, día de la sesión en la que la medida se iba a tratar en Diputados, y el malestar se expresó en la calles, más concretamente en la Plaza Congreso. Ciento de miles de personas, muchos trabajadores y trabajadoras, se sumaron ese día a expresar toda la bronca y el rechazo a la medida. No les (nos) importó la enorme militarización que desplegó el gobierno para “proteger” al Congreso. Una clara postal del carácter antidemocrático de una medida que el gobierno intentaba (finalmente lo logró) hacer pasar con transas (el “toma y daca” que gran parte de la dirigencia política utiliza constantemente) y a espaldas de la población, a la que terminó reprimiendo brutal y salvajemente. Tuvieron que levantar ese día y volver a negociar (transar). El robo era demasiado evidente y nadie quería quedar demasiado expuesto. El bono de compensación era nada: devolverle 4.000 millones a los jubilados para robarles “solo” $ 96.000 millones. De fondo no cambiaba nada, pero el gobierno tuvo que retroceder y reconocer la necesidad de una suma para el “empalme”. Luego de la movilización (y la represión) tuvo que bajar un poco las pretensiones.
Finalmente el lunes (madrugada del martes) lo terminaron aprobando pero no sin costo. A pesar de la enorme campaña mediática afín al Gobierno que intentó e intenta deslegitimar las protestas poniendo el foco en los “hechos de violencia” ocultando las enormes movilizaciones en rechazo, la población trabajadora volvió a manifestarse en las calles. Primero cientos de miles en la Plaza Congreso desde temprano. No les importó la brutal represión días pasados. Salieron a gritar (“unidad de los trabajadores…”), a repudiar, a expresar toda la bronca que sentían (sentíamos). El malestar no era sólo el de las personas que estuvieron en la Plaza. El malestar era de la gran mayoría de la población que empalmaban con ese sentimiento de bronca. Ese mismo malestar que luego se expresó las dos noches siguientes con ruidazos y cacerolazos. Sí, se volvió a escuchar “que se vayan todos”. Como aquél 2001 que nunca terminó de pasar porque, como suele decirse, “finalmente no se fueron”. Porque más allá de las personas, lo que “no se fue” es esta “democracia representativa” que solo representa al poder económico. Lo que “no se fue” es este Régimen y sus instituciones dentro de las que unos pocos, muy pocos, deciden sobre la vida de millones (a la pregunta: ¿por qué no hacer una consulta popular para que toda la población decida si aplican la reforma o no?, le cabe una solo respuesta: porque la enorme mayoría la rechazaría. ¿Se puede llamar a esto “democracia”?).
Por supuesto, la ley se terminó aprobando. Pero sería erróneo pensar que esta es la “conclusión” de algo. Por el contrario, esto tiene que ver más con un “principio” que con un “final”. El gobierno pagó un costo porque quedó tan expuesto el robo como el carácter antipopular y antidemocrático de la medida (seguramente rechazada también por muchos de quiénes la votaron un par de meses atrás). Y aunque la medida se aprobó, no parece haber un sentimiento de derrota.
Finaliza un año en el que hubo grandes movilizaciones como las de Marzo, en una de las cuales se le terminó arrancando desde abajo un paro a la CGT, la del 2 X 1, tan impresionante como conmovedora, y ahora estas últimas, las dos de la Plaza Congreso con importante presencia del movimiento obrero, pero también los cacerolazos espontáneos dos noches seguidas. Empieza a tomar cuerpo algo que pasa abajo. Cuando se exponen tan claramente las transas de los de arriba, tanto de la dirigencia política como de la gremial (no olvidemos que la CGT dejó pasar todas las medidas de ajuste del gobierno durante estos dos años, que no hubiesen prosperado sin esa complicidad), se abre casi con la misma claridad la necesidad de juntarnos desde abajo para pelear contra la medidas que desde arriba pretenden imponernos. Apostar a la auto-organización y auto-dirección del pueblo trabajador son los grandes desafíos que tenemos.
Dejar de mirar para “arriba” y mirar al costado. Al compañero/a de trabajo, de estudio, al vecino/a. Allí está la fuerza necesaria no solo para derrotar medidas como estas, sino para empezar a andar un camino de construcción de una alternativa a un sistema que prioriza las ganancias empresarias frente a las necesidades populares.