#8M: DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER TRABAJADORA
Un día formidable de lucha que forma parte del proceso de la rebelión de mujeres cada vez más creciente
El 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer Trabajadora y se ha realizado, de forma consecutiva ya, el Segundo Paro Internacional de Mujeres que es consecuencia de la lucha y de la construcción de la rebelión de mujeres que va enriqueciendo su proceso y mostrando cada vez más sus elementos de autoorganización. Fue muy notoria la participación de mujeres jóvenes con sus cuerpos pintados, con pancartas hechas a mano, etc. Es un proceso que estamos llevando adelante las mujeres, lesbianas, travestis y trans, una rebelión de mujeres que se desarrolla no solamente en nuestro país sino a nivel mundial y que recoge, una vez más, un método de lucha histórico de la clase trabajadora -que es el Paro- al mismo tiempo que está indisolublemente ligada a la lucha de aquellas trabajadoras textiles que reclamaban mejoras laborales y que terminaron cruelmente incendiadas. Por eso, reivindicamos el carácter de lucha de este día. Su voz vive en la rebelión de mujeres en nuestro país y como ha venido sucediendo en otros lugares del mundo como Polonia, Islandia, Italia, México, Uruguay, en el Estado Español, las masivas marchas a Washington y el Movimiento “Me too”, las mujeres kurdas, entre otros. ¡La rebelión de mujeres que hoy exige la liberación de la joven palestina Ahed Tamimi y exige Justicia por las 56 niñas de Guatemala a un año del femicidio masivo, donde también denunciamos al Estado como responsable!
Este Paro de Mujeres es un hecho político de gran importancia en medio del proceso de movilización de las mujeres y se dio como consecuencia de la lucha que estamos llevando adelante, una lucha contra la violencia sistémica que nos oprime, contra un sistema que nos explota, de este sistema capitalista que concentra riqueza en unos pocos mientras la mayoría de la clase trabajadora compuesta por un gran número de mujeres, vemos precarizada nuestra vida. Tanto la reforma previsional como los tarifazos y despidos nos afecta como mujeres y como trabajadoras. Son muchas las mujeres que se encuentran entre quienes despidieron en el Hospital Posadas, en el INTI, en Fabricaciones Militares, en el Ministerio de Hacienda, en el Ballet Nacional Danza solo por dar algunos ejemplos, y las primeras de quienes se prescinde dentro del mercado informal ya que representamos más de la mitad del trabajo en negro y precarizado, también quienes tenemos que redoblar esfuerzos cuando nuestros compañeros son despedidos. La precarización de las condiciones de vida del pueblo trabajador es feminización de la pobreza, endurece el trabajo doméstico gratuito de las mujeres y nos obliga a flexibilizar más aun nuestro tiempo. Es por eso que en la multitudinaria y fuertemente autoconvocada marcha que hicimos el 8 de marzo también exigimos ¡basta de ajuste y despidos! Lo denunciamos el jueves 8 como lo hemos estado haciendo en las calles enfrentando el ajuste que lleva adelante Macri, con el aval de los gobernadores y el PJ, y la traición de la CGT, que precariza a la población trabajadora y que recae fuertemente sobre nosotras.
La igualdad que nosotras exigimos no proviene de las leyes sino de la lucha en las calles.
La brecha salarial que afecta a las mujeres cobrando cerca del 30% menos que los varones, la doble jornada femenina y la obligatoriedad del trabajo doméstico y de cuidado, así como la feminización de nuestras profesiones, son parte de la cultura patriarcal en la que vive nuestra sociedad. Esa misma cultura patriarcal que le otorga a los varones privilegios mientras a las mujeres nos impone el trabajo gratuito de reproducir las condiciones para que el mundo vuelva a funcionar cada mañana. La cultura patriarcal busca invisibilizar nuestro trabajo enarbolándolo como amor de madre, con amor o sin él lo que realizamos las mujeres es trabajo gratuito. Nuestro tiempo vale igual que el de todos los trabajadores, sin embargo nuestra jornada es múltiple, el salario es menor y nuestras condiciones laborales más precarizadas.
Lxs cientos de miles que se autoconvocaron y todxs quienes protagonizamos el 8M rechazamos en las calles la imposición del trabajo doméstico gratuito, y fortalecimos un grito unánime: ¡aborto legal ya!
La decisión sobre nuestro cuerpo es una lucha que venimos llevando adelante las organizaciones de mujeres, políticas y sociales pero que gracias a la rebelión de mujeres hoy toma una fuerza desbordante. La presión de cientos de miles de pibas, en su mayoría jóvenes, que son parte de la rebelión de mujeres que se autoconvoca le impuso al gobierno la necesidad de debatir la legalización del aborto, vistiendo ese pañuelo verde que significa estar en lucha para conquistar un derecho fundamental para las mujeres: la decisión sobre nuestro propio cuerpo. El aborto debe ser legal porque es la única forma en que las mujeres van a dejar de morir por las prácticas clandestinas, pero también reclamamos Educación Sexual porque es la forma en la que se puede decidir, conociéndonos en libertad sin estereotipos ni imposiciones, también con la exigencia de anticonceptivos que es la forma de prevenir embarazos no deseados. Son caminos imprescindibles para no tener que llegar a pasar por una situación tan traumática como lo es interrumpir un embarazo, que hoy día al ser clandestino hace que nos juguemos la vida por decidir sobre nuestro cuerpo.
Fueron muchas las consignas que protagonizaron ese Día Internacional de la Mujer Trabajadora, tantas como mujeres en las calles, porque la autoconvocatoria que tienen las marchas contra la violencia y por los derechos de la mujer es un ejemplo de construcción que nos hace vivir el proceso abierto de la rebelión de mujeres.
Un día como el 8M es, sin duda, un día de lucha que desde AyL llevamos adelante junto con nuestros compañeros, porque creemos que la forma de fortalecer la rebelión de mujeres es que toda la clase trabajadora tome la lucha de mujeres como propia y las mujeres luchemos junto al pueblo trabajador porque todas las mujeres al realizar el trabajo doméstico gratuito, somos trabajadoras.
Este 8M con más de 400.000 personas marchando fue parte de la rebelión de mujeres pero también de una sociedad que está hoy obligada a ver los problemas de género como consecuencia de una sociedad machista que debemos derrotar. Esta rebelión de mujeres nacida de aquel primer Ni Una Menos va siendo, poco a poco, más grande, el desafío es que sigamos saliendo a las calles autodirigiéndonos para construir un país y un mundo, sin explotadxs ni oprimidxs.