¿QUIÉN PUEDE HACER AISLAMIENTO SOCIAL?
Una obligación muchas veces pasa más por un deseo que por una realidad. En el caso de la obligación de quedarse en casa depende con el prisma que se lo mire, son días de desafíos virales por las redes para quienes deben aguantarse de pasar de los grandes jardines de su casa a la calle, es una realidad hostil para parte de la clase media, y solo un deseo para quienes viven hacinadxs, o en condiciones de alta precariedad en sus casas.
Una proyección de las cifras del INDEC establece que hay alrededor de 2 millones de personas que viven hacinadas en nuestro país, es decir, al menos tres personas por cuarto. Inclusive, para quienes no sufren hacinamiento pero no tienen acceso a servicios básicos existen factores de precariedad que no les permiten cumplir con la prevención de lavarse las manos. Al “lavate las manos constantemente” hay que contraponer el 1.800.000 hogares donde no hay condiciones sanitarias, donde el baño no se encuentra dentro de la casa, o se comparte, o no hay cámara séptica, o descarga de agua. Son hogares donde viven más de 6 millones de personas. A esto hay que sumarle que el 10% de los hogares urbanos no tienen agua corriente, ¿cuántos no tendrán agua potable?
Qué significa la cuarentena para los más de tres millones de personas que vive en asentamientos y villas en nuestro país. Peor aun, qué significa que lxs obliguen a hacer aislamiento, aun considerando que podría ser una medida adecuada, para quienes salir de su casa no significa diversión sino conseguir ingresos para alimentarse. En primer lugar, si el aislamiento no se ve complementado con otra medida, es desconocer la realidad de tantos habitantes de nuestro país, no como quien NO QUIERE CONOCER sino quien DECIDE IGNORAR. Porque no solamente se ignoran las condiciones habitacionales sino la falta de recursos para contener una situación que ya era de precariedad y que ahora se torna aun más vulnerable. Esta situación no es nueva y no es producto del Coronavirus. Quienes se encuentran en situaciones de precarización en sus viviendas hace muchos años que sufren precarización en sus vidas de parte de una dirigencia política que lo que ha hecho es priorizar políticas económicas para quienes acumulan y especulan, o para el pago de deuda. Una lógica propia del sistema que trajo la situación por la que estamos pasando al depredar el planeta todos los días, siempre en pos de la ganancia empresaria. Un sistema capitalista que generaliza una visión del cuidado que no todxs tienen, porque es la visión de una clase que tiene acceso a servicios, a cierto grado de comodidad, al bienestar en sus hogares, acceso al descanso… entre tantas otras necesidades que se desconocen y que se amplifican para quienes nunca tuvieron nada y que tampoco pasaron por una situación de pandemia.
La visión romántica del aislamiento social habla de pelis y series que vimos y que queremos ver, de videollamadas y juegos de entretenimientos, y en algunos casos lecturas postergadas. La visión realista para quienes viven hacinadxs es que no hay tele, o si la hay solo se ve sobreinformación sobre la enfermedad y donde el entretenimiento no existe si no es afuera compartiendo con vecinxs el drama de vivir sin nada, porque adentro no se puede estar. Porque existe la angustia de vivir así encerradxs y con sistemas de salud colapsados, en toda la sociedad, pero cuando tenés condiciones de vida ultraprecarizadas, comienza la desesperación de que –por favor- no llegue al barrio. No hay forma de aislarse si es uno solo el lugar que debemos compartir todxs, porque esa es nuestra casa.
Sumado a todo ello, a situaciones desesperantes, a falta de alimento, a falta de ingreso, a falta de soluciones habitacionales las mujeres también viven situaciones de extrema violencia. Estas situaciones de violencia no se viven solamente si las familias se encuentran hacinadas pero como las necesidades mismas, sí se potencian. Porque si en la vida cotidiana somos quienes cargamos con los cuidados de la casa y la familia, ahora se multiplican. Porque muchas veces un número grande de quienes integran la vivienda durante el día se va a generar un ingreso, y regresa a la noche con lo que pudo conseguir. Cuando eso se corta, cuando obligatoriamente hay que quedarse en la casa, se producen más necesidades y no hay ingreso, por tanto hay más descarga de tareas y obligaciones en las mujeres. Se multiplican los cuidados por la prevención de contagio y también se multiplica la carga física y mental para quien hoy no solamente es responsable de los cuidados diarios sino del especial cuidado de que a ningún integrante de la familia le suceda algo, tarea aun más compleja en las situaciones como las que describimos. Si las mujeres llevan la carga del cuidado no se desconoce que llevarán la carga de que ese cuidado falle, se viva hacinadx o no. Y se multiplican también las situaciones de violencia, porque la violencia patriarcal se potencia en situaciones de constante tensión, porque el macho descarga su malestar con quien asume que tiene menos poder que él. Las situaciones de violencia física se multiplican porque si los momentos en donde él se iba a trabajar ya no existen, las mujeres están expuestas a la violencia las 24 horas del día. Y en condiciones de hacinamiento se potencia porque las relaciones interpersonales de todxs lo integrantes se vuelven permanentes.
Por eso, aunque se crea que el aislamiento social es una medida eficaz para disminuir el contagio no podemos tolerar esta situación social, tiene que haber una solución de forma inmediata, soluciones habitacionales y que se asegure de forma gratuita alimentos y medicamentos, hoy es prioridad. Es parte urgente de nuestro desafío de luchar y derrotar al sistema capitalista patriarcal que nos precariza y nos pone al borde de la muerte todos los días.