“¿Por qué no citan a Bergoglio?”
*Por Alejandra Dandan
Licha de la Cuadra era Alicia Zubasnabar de la Cuadra, la primera presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. Ayer, durante casi cuatro horas, el Tribunal Oral Federal 6 escuchó el testimonio de una de sus hijas, que llegó a la audiencia con una enorme valija de viaje. Adentro de la valija, Estela de la Cuadra tenía papeles que uno a uno sacó durante todo el relato, papeles con los que las Abuelas documentaron la búsqueda desesperada de sus nietos con originales de las solicitadas, las cartas a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, al entonces arzobispo Raúl Primatesta y al ahora cardenal Jorge Bergoglio. Estela, que aún sigue buscando a Ana, la hija de su hermana, volvió a preguntarle al Tribunal lo que pregunta en cada uno de los juicios: “¿Cómo es que Bergoglio dice que hace sólo diez años sabe del robo de bebés?”. Y preguntó varias veces: “¿Por qué no lo citan? ¿No amerita que diga qué pasó con Ana de la Cuadra?”. El fiscal Martín Niklison recogió el mensaje al final de la audiencia y acompañado por las querellas de Abuelas de Plaza de Mayo y de María Isabel Chorobick de Mariani pidió al Tribunal esa misma citación.
Estela declaró en nombre de sus padres, que empezaron con la búsqueda de su hija y de su nieta, pero ahora están muertos. Elena de la Cuadra cayó secuestrada el 23 de febrero de 1977, con un embarazo de cinco meses. Con ella se llevaron a otros compañeros y a su pareja, Carlos Baratti. “Los vecinos dicen que sale primero una mujer embarazada, un hombre alto y otras personas. Por supuesto que con el tiempo sabíamos que esa mujer embarazada es mi hermana Elena de la Cuadra.”
Elena estuvo en la Comisaría 5ª de La Plata, convertida en centro clandestino. Para entonces, eran una de las familias perseguidas de la zona. La patota se había llevado a uno de sus hermanos, Roberto José, militante del Partido Comunista Marxista Leninista, compañero de la pareja de Elena y obrero de YPF. La escena del secuestro es una de las imágenes que muestran el rol que Licha ocupó poco después, entre los familiares de los desaparecidos: “La patota llegó a buscarlo a la casa de mamá”, dijo Estela. Allanaron la casa y como él no estaba se llevaron a la madre. “Cuando Licha llega al hall de entrada, mi hermano estaba apoyado contra el portero eléctrico, apretado por la patota.
–¿Este es tu hijo? –preguntaron a la mujer.
–No –dijo ella–. Yo nunca vi a esta persona.
En ese momento, su hijo la miró. Desde algún otro lado alguien corría diciendo que era quien era, la patota le encontró los documentos y lo identificó.”
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