DESAGREGANDO LOS NÚMEROS DEL TRABAJO DOMÉSTICO
* Por Marta Martínez, integrante de Autodeterminación y Libertad
El último informe sobre Trabajo no Remunerado en la Ciudad de Buenos Aires (DGEyC 2017) ejemplifica con números lo que explicamos con palabras: las mujeres realizamos trabajo doméstico gratuito, cumplimos una doble jornada laboral y tenemos límites en nuestro desarrollo profesional.
Maternidad obligatoria y feminización de nuestras profesiones
Las mujeres tenemos grandes dificultades para integrarnos al mercado laboral, no porque no tengamos las capacidades para hacerlo sino porque tenemos que cubrir todas las tareas de cuidado que implica el mantenimiento del hogar. El sistema patriarcal así como el capitalista nos ha impuesto, fundamentalmente, el rol de madre con lo que es más difícil el acceso de las mujeres a los puestos de trabajo más formales y mejor remunerados. Pero esta maternidad obligatoria no solamente es biológica sino que es una construcción social sobre la feminidad y el rol de la mujer. Si nos preguntamos quiénes son lxs encargadxs de cuidar a lxs niñxs cuando lxs adultos salen a trabajar seguramente pensemos en alguna mujer -hermana mayor, tía, prima-. Es así que nuestra formación como mujeres está vinculada a este rol a lo largo de nuestra vida, el informe muestra que desde el secundario incompleto hasta el nivel superior incompleto las mujeres llevamos ventaja sobre los varones. Es decir, mientras en el nivel secundario la diferencia porcentual de quienes abandonan es pequeña (secundario incompleto: mujeres 13.9% varones 9.1%) la diferencia entre quienes efectivamente pueden terminar el nivel superior es inversa y mucho mayor. El informe muestra que el 33.3% de las mujeres terminan los estudios superiores mientras que de los varones lo han terminado el 45%. Estos 12 puntos porcentuales de diferencia no se dan en otro nivel educacional, no es casualidad si pensamos en que la edad de fertilidad de la mujer coincide con el rango etario del transcurso de la carrera profesional. Es decir que muchas son las mujeres que abandonan los estudios o la planificación de una carrera profesional.
Doble jornada de labor femenina y precarización de nuestro trabajo
Cuando las mujeres ingresamos al mercado laboral siguen manteniéndose las raíces del machismo: seguimos haciendo trabajo doméstico, obtenemos trabajos peores pagos y tenemos límites en relación a los varones en el acceso a mejores cargos en la carrera profesional.
En promedio, las mujeres trabajamos 34,3 horas semanales o 7 horas diarias en nuestra actividad principal (es decir dentro del mercado de trabajo) pero esto no reemplaza que realicemos las tareas del hogar. Esto es lo que se denomina doble jornada femenina, en CABA los datos muestran que la mujer aparte de trabajar en el mercado laboral dedica 3.27 horas al trabajo doméstico no pago y 5.27 horas a trabajos de cuidado no pago. Si dividimos por rangos de edad este último punto observamos que de 25 a 39 años las horas que la mujer dedica a las tareas de cuidado ascienden a 6.57 horas. Si analizamos que la edad promedio fue de 31 años para ser madres (CABA 2016) observamos la mayor cantidad de demanda de tiempo y esfuerzo durante el período de fertilidad.
Pero no es solamente la doble jornada un producto de la cultura patriarcal, aunque sí el más importante respecto de los beneficios que obtienen las empresas por ejemplo, también afecta a la mujer los límites impuestos en la carrera laboral. Esto es lo que se denomina techo de cristal y piso pegajoso, es decir que las mujeres generalmente ocupamos puestos más operativos y/o administrativos mientras los puestos más jerárquicos están en poder de los varones. En CABA de las personas que fueron encuestadas el 2.2% de las mujeres ocupaba puestos directivos mientras que son ocupados por el 3.5% de los varones.
¿Midiendo el valor del trabajo doméstico?
La cuestión principal en la imposición del trabajo no remunerado de la mujer no es, precisamente, que no tenga una retribución. Ese es solo un aspecto de la problemática que sufre la mujer en relación al trabajo doméstico impago. El patriarcado y el capitalismo han logrado que la sociedad, al reproducir su cultura, naturalice que el trabajo doméstico es propio de la mujer y que debe cumplirlo obligatoriamente. El rol de la mujer y los estereotipos de género no se terminan con la percepción de un salario por parte de la mujer, eso sería tan solo un reconocimiento de que lo que hace como tarea del hogar tiene un valor monetario. Ese valor monetario es el beneficio, a través del ahorro del pago del mismo, de las empresas que todos los días abren sus puertas para que los trabajadores les generen ganancias. La cultura patriarcal y el sistema capitalista que se asentó sobre él coinciden en imponerle a la mujer un rol esencial: el trabajo reproductivo, tanto el biológico como el de las condiciones de vida de la clase trabajadora.
Pero más allá de la cuestión más profunda que significa la imposición del trabajo doméstico no remunerado, trabajo gratuito, observemos los resultados del informe. El informe de Estadísticas y Censos de la CABA realiza una estimación sobre el valor agregado del trabajo doméstico en el Producto Geográfico Bruto (es el PBI pero circunscripto solamente a la CABA) y de allí determina que el trabajo doméstico representa el 13.4%. El dato surge de multiplicar las 3.399,9 millones de horas anuales de trabajo no remunerado por el valor del salario de una trabajadora doméstica. Pero sería más interesante tomar el valor de la hora que surge del salario promedio de un/a trabajador/a de la ciudad, el último dato corresponde al 2do trimestre de 2017 y es de $18.741 (DGEyC). Si hiciéramos el mismo cálculo pero utilizando el valor hora correspondiente al salario promedio mencionado, el valor agregado del trabajo no remunerado superaría el 25% del Producto Geográfico Bruto. Es decir que el trabajo gratuito de la mujer es un gran beneficio para las empresas que no solamente no pagan las tareas domésticas sino que además mantienen precarizada la vida de todo el pueblo trabajador con salarios paupérrimos.
Estos datos muestran en números la realidad de todas las mujeres trabajadoras, nuestra jornada es múltiple, existe una feminización de las profesiones, el salario es menor y nuestras condiciones laborales más precarizadas. Sin olvidar la obligatoriedad que pesa sobre nosotras en relación a ser madres y criar a nuestrxs hijxs.
Para desnaturalizar y terminar con la imposición del rol materno, las tareas de cuidado y el trabajo gratuito tenemos que destruir al patriarcado y al capitalismo. Es un gran desafío que tenemos como pueblo luchar para derrotar este sistema que nos oprime y nos explota y construir un proyecto alternativo donde todxs seamos verdaderamente iguales.