ELECTORALISMO EN TIEMPOS DE AJUSTE
Mientras la enorme mayoría de la población padece las políticas de ajuste del Gobierno de Cambiemos y el FMI, el grueso de la dirigencia política, tanto oficialistas como gran parte de la oposición, observa la realidad en clave electoral. Todo remite a ello.
El carácter inescrupuloso de la mayor parte de la dirigencia política se palpa a diario. El adelantamiento o no de la fecha de las elecciones en los diferentes distritos, si van juntas o separadas de las nacionales sobre la base de la conveniencia electoral del gobernador o gobernadora de turno, si tal dirigente pacta con otro pensando en sumar algún voto más, todo es especulación electoral. Los problemas de la mayoría de la población y cómo enfrentarlos quedan claramente en un segundo plano. La gravedad del asunto no podría quedar mejor expuesta.
Sobre las espaldas de la población trabajadora se descarga la profunda crisis de un sistema y un modelo que cruje a diario. El gobierno reduce los subsidios en las tarifas para destinar esas sumas a pagar deuda externa y garantiza las fabulosas ganancias a las empresas energéticas con tarifazos impagables para muchas y muchos y con tarifas dolarizadas. A su vez semejantes incrementos impactan de lleno y meten aún más presión al creciente proceso inflacionario que sistemáticamente erosiona el poder adquisitivo del salario y las jubilaciones. A esto se le suman los miles de despidos principalmente del sector industrial. Como se ve, la recesión y la destrucción de riquezas a lo que ha conducido la política macrista golpea de lleno en la gran mayoría de la población. Mientras tanto, como ocurre en cada crisis, algunos sectores del poder económico, principalmente trasnacional, aprovechan para obtener grandes beneficios. Mientras la mayoría padece el ajuste, especuladores financieros, grandes bancos, empresas energéticas y los complejos sojeros y agroexportador incrementan más y más sus ganancias. No todos pierden con la política de Cambiemos.
Al drama cotidiano de la mayoría, se le suma una perspectiva de enorme gravedad si la población no logra frenar el avance del gobierno en una orientación que conduce a una crisis de enormes proporciones. La Deuda Externa es una bola de nieve que absorbe cada vez más recursos generados por el pueblo trabajador; recursos que deberían ir para Educación, Salud, Trabajo, Vivienda, Ciencia y Técnica, y todo aquello que hace a las condiciones dignas de vida. El FMI reclama cada vez un ajuste mayor para seguir pagando la estafa de la deuda. Y Macri, Dujovne y cía, ajustan cada vez más. Mucho está en juego si hoy no salimos a pelear y logramos derrotar esta política.
Frente a esta situación, el malestar por abajo crece y se acumula. Los cacerolazos y ruidazos empiezan a ser una constante del paisaje social que da cuenta de las ganas de salir a manifestarse. La masividad de los paros anteriores que se le pudieron arrancar a la burocracia gremial han mostrado la disposición a la lucha. Como también lo han demostrado las y los docentes que pelearon durante todo el año. Ganas no faltan, el problema está en los obstáculos que se imponen desde arriba. Es evidente que la dirigencia política y gremial “opositora”, o al menos la mayoría de ella, sabe perfectamente el grado de indignación que se viene acumulando por abajo. Por eso son cuidadosos. Tratan de aprovechar ese malestar y canalizarlo contra Macri pero para “sacarlo” en octubre en las elecciones. Esto no es gratuito. Al mismo tiempo le atan las manos al conjunto del pueblo trabajador. Yasky (dirigente de la CTA más cercana al kirchnerismo) ya ha anunciado que no es conveniente hacer paros en este año electoral. Qué decir entonces de la burocracia de la CGT que, cuando no brinda directamente con Macri se guarda a silencio y deja pasar el ajuste. En tiempos de ataque a las condiciones de vida de la población, no solo el silencio de la CGT habla por sí solo, también lo hace el ruido de una oposición que se empieza a amontonar de cara a las elecciones. Parecería que todo vale para “sacarlo a Macri”. Juntarse con quién sea. Pichetto, Massa, Lavagna, Urtubey, Solá, Alberto Fernandez, Cristina Kirchner,Gioja los distintos gobernadores y gobernadoras que vienen aplicando el ajuste en sus provincias y hastalos burócratas como Daher,Pignanelli, Caló, Moyano, parecería que todos suman a la hora de contar los votos. Recientemente Agustín Rossi, uno de los dirigentes que se viene postulando por el lado del kirchnerismo, dijo que “el único límite es Macri” y que “el FMI no es el problema” (en definitiva sería para este dirigente un simple prestamista). Muy distinto a lo que el mismo Nestor Kirchner decía en 2005 cuando, al pagarle al contado una suma millonaria al FMI –¡una verdadera estafa!– decía que lo hacía para “liberarse del Fondo” y que era un “acto de soberanía”. No cabe duda que son otros tiempos: tiempos para juntarse con quién sea. ¿Y pensar y pelear por un proyecto alternativo de país? Nada de eso.
Se abre así una perspectiva de enormes desafíos para el conjunto de los trabajadores y trabajadoras y del pueblo en general. En lo inmediato una pelea a fondo por derrotar el programa de ajuste de Cambiemos y el FMI. Una pelea que, sabemos, solo el pueblo trabajador puede sostenerla consecuentemente si no espera a ser convocado. Si se autoconvoca. Si sigue el impresionante ejemplo de las mujeres cuya rebelión en contra de la opresión patriarcal se viene profundizando sin ningún tipo de dirección. Acumulando fuerzas desde abajo. Porque cuando las respuestas no vienen desde arriba, hay que buscarlas por abajo. Mientras la dirigencia política y gremial nos ata las manos y nos divide, por abajo tiene que haber unidad y masividad en cada lucha. Empezar a construir un paro nacional y un plan de lucha como única manera de poder derrotar el ajuste y los tarifazos. Hacer de abajo lo que nos impiden desde arriba. Para eso es fundamental si el conjunto del pueblo trabajador empieza a auto-organizarse y auto-dirigirse. Es decir, mandarse a sí mismos/as. No es una utopía, lo están haciendo hoy las enfermeras y enfermeros de los distintos hospitales de la Ciudad en su pelea por ser reconocidas como Profesionales de la Salud. Ellas y ellos vienen luchando y construyendo espacios asambleariosen sus lugares de trabajo y autoorganizándose en la Interhospitalaria para que decidan el conjunto. Todo por fuera de las burocracias y las patotas sindicales. Así, les muestran el camino al resto de los trabajadores y trabajadoras del país y del pueblo en general.
El otro desafío viene de la mano de esta lucha más inmediata y urgente, el de empezar a construir un proyecto alternativo de país. Un proyecto que empiece por desconocer los pagos de la Deuda Externa, declarar el carácter público de las empresas de servicios, la banca y el comercio exterior, pasando a administrarlas sus trabajadores/as y sus usuarias/os, entre otras medidas económicas, al mismo tiempo de una transformación profunda institucional que avance hacia mecanismos de democracia directa para que sea el pueblo trabajador el que decida todo.