EL PALAZO AL GOBIERNO ABRE NUEVOS DESAFÍOS
Los resultados electorales de las PASO expresaron un claro y contundente rechazo de la gran mayoría de la población al programa de ajuste del gobierno de Cambiemos y del FMI. Las PASO, ese mecanismo proscriptivo que las principales fuerzas políticas acordaron imponer, terminó sirviéndole a la población como una instancia para decirle “Basta” al ajuste de Macri, al programa de saqueo del Fondo y de los EEUU de Trump. Muchos y muchas votaron a Alberto Fernández por un alineamiento político, pero también un sector muy importante de la población lo votó porque lo vieron una “herramienta útil” para pegarle un mazazo al ajuste. Esto se reflejó a nivel nacional pero también provincial, especialmente en la provincia de Buenos Aires donde Cambiemos perdió por un alto margen. Allí, en esa provincia, se concentra un importante número de trabajadores y trabajadoras que, como en todo el país, fueron duramente castigados con recortes salariales, suspensiones y despidos. A lo que hay que sumar los brutales tarifazos y el recorte en programas de Salud, Educación y Vivienda que afectó principalmente a las familias obreras y populares.
Las repudiables declaraciones que en su momento hizo Dujovne afirmando que “un ajuste así nunca se hizo sin que un gobierno haya caído”, soslayaba el malestar social que se iba acumulando desde abajo y que más temprano que tarde se iba a terminar expresando de alguna manera. Un malestar que durante estos años siempre intentó ser contenido “desde arriba” por la dirigencia política y gremial, esta última en particular impidiendo todo lo que pudo al pueblo trabajador la posibilidad de movilizarse y enfrentar el programa de ajuste y saqueo. Y cuando ya no pudo impedirlo, hizo lo que hace siempre la burocracia: llamó a un paro sin continuidad solo para descomprimir el malestar y luego negociar el ajuste. Lo cual muestra el enorme desafío que tiene el movimiento obrero y popular de enfrentar esas direcciones que nos atan las manos.
Porque cuando la lucha irrumpe desde abajo y el pueblo trabajador protagoniza, la lucha se potencia. Como cuando se le exigió a la CGT “poner la fecha” de un paro, o cuando en diciembre del 2017 en rechazo a la Reforma Previsional una impresionante movilización al Congreso, en gran parte obrera, seguida de los cacerolazos espontáneos principalmente de sectores medios y populares, le originó un costo tan grande al gobierno que tuvo que dejar en suspenso el proyecto de reforma laboral que incluso la misma CGT ya estaba dispuesta a negociar como parte de las tantas traiciones al movimiento obrero y popular.
Por estos días los desafíos que tiene el pueblo trabajador se vuelven a exponer dramáticamente. Porque si bien el resultado electoral expresó el malestar de los y las de abajo, por arriba, toda la dirigencia política y gremial está dejando pasar, en una coyuntura de “transición”, un nuevo y brutal ajuste al bolsillo de la población, así como también el impresionante saqueo que implica que el Banco Central entregue cientos de millones de dólares todos los días a especuladores de todo tipo.
La profunda devaluación y el posterior impacto en los precios castigarán duramente al salario y las jubilaciones a pesar de las migajas que acaba de tirar Macri en su especulación electoral. Es decir, mientras la enorme mayoría de la población acaba de expresarse contra el ajuste, horas después el conjunto de la dirigencia política y gremial acuerda llevarlo adelante. Reuniones de equipos económicos, comunicaciones telefónicas de Macri con Alberto Fernández, la CGT que sigue sin llamar a un Paro General, todo va en la línea de llevar adelante una “transición ordenada” y al mismo tiempo preanuncia el escenario por venir: respetar el acuerdo con el FMI y reconocer una Deuda que el pueblo no pidió y que solo sirvió para la fuga y enriquecimiento de los grandes especuladores.
Candidatos oficialistas y opositores han planteado públicamente la “imposibilidad de desconocer esos acuerdos”, lo cual abre una perspectiva de grandes amenazas a las condiciones de vida para los trabajadores y trabajadoras y el pueblo en general ya que el Fondo exigirá, ante cualquier eventual renegociación, avanzar en una reforma laboral que flexibilice aún más las condiciones de trabajo y una reforma previsional que seguirá recortando jubilaciones. Por el lado del oficialismo está claro que ha sido esa su intención estos años y lo seguirá intentando en el futuro en el caso improbable de que sea reelegido Macri, pero también por el lado de la oposición, particularmente es el caso de dirigentes y voceros vinculados al Frente de Todos, que han hecho planteos públicos en relación a poder avanzar con un reforma laboral “sector por sector”. Esto es lo que se juega en esta “transición”: si el futuro gobierno sale con más o menos fuerza para llevar adelante estas tareas.
Todo esto pone en superficie el gran problema que tiene el conjunto del pueblo trabajador: sus direcciones. Dirigentes políticos y gremiales que negocian a sus espaldas un destino atado al FMI y a una Deuda impagable, o en tal caso solo pagable con más ajuste, con más saqueo y con flexibilización laboral. ¿No es hora que desde abajo discutamos cuál es el rol del pueblo trabajador en todo esto? ¿No es hora de empezar a discutir en cada lugar de trabajo, de estudio, en nuestros barrios, cómo irrumpimos para hacernos oír? ¿No es un ejemplo a seguir el de las mujeres que contra la violencia machista y el patriarcado han tomado esa lucha en sus propias manos auto-convocándose sin esperar el llamado de ninguna dirigenta? Si los trabajadores y trabajadoras siguen su ejemplo y dejan de esperar llamados de la CGT que casi nunca llegan, empezaríamos a construir desde abajo y con las manos desatadas esas fuerzas que necesitamos para enfrentar los ataques a las condiciones de vida que nos impone la dirigencia política y empresaria. Ahí están los desafíos que permanecen abiertos para impedir que esto suceda: auto-convocarnos como pueblo para movilizarnos y enfrentar el enorme ajuste y saqueo al país que desde arriba están llevando adelante y que intentarán continuarlo más allá de octubre. Y a partir de allí estar en mejores condiciones para auto-organizamos y acumular fuerzas que nos permitan no reemplazar a esos dirigentes por otros “mejores” y más “respetados” sino por mecanismos de auto-dirección. Que no nos dirijan más, que dirijamos. Que empecemos a construir un camino donde decidamos desde abajo.
De allí y no de otro lugar vendrán las fuerzas para defender el salario y las jubilaciones, para impedir los despidos y suspensiones, para ponerle un freno al saqueo del FMI e impedir que se sigan yendo nuestras riquezas en pagos de una estafa como la Deuda Externa, pero también de allí surgirán las fuerzas para construir un proyecto alternativo de país. Un proyecto donde toda la estructura económica se ordene en función de las necesidades populares y no las ganancias empresarias. Un proyecto donde desde abajo podamos construir una democracia donde el pueblo decida todo y los funcionarios solo se limiten a ejecutar y sean al mismo tiempo revocables si no cumplen el mandato del pueblo. Solo con la lucha de los y las de abajo, sin dirigentes que nos guíen y apostando a la propia auto-organización y auto-dirección del pueblo trabajador, podremos recorrer estos caminos de auto-emancipación. Por el contrario, y hasta que esto no ocurra, por arriba seguirán transando, negociando y decidiendo en contra de los intereses del conjunto del pueblo.