CHILE: UNA REBELIÓN SIN DIRIGENTES
Dos meses de movilizaciones auto convocadas desde abajo para cambiarlo todo
Comenzó con el intento de Piñera de aumentar 30 pesos el boleto del subte en Santiago, pero se transformó en una imponente rebelión que ha puesto todo en superficie: la desigualdad social, la estructura económica privatizada (incluyendo el agua, la salud, la educación y los fondos de pensión), la constitución pinochetista, la dirigencia política y el andamiaje institucional de conjunto. Porque (por si a alguien le quedó alguna duda): “no son 30 pesos, son 30 años”. Largos años donde la estructura capitalista chilena sirvió solo para el engorde de bolsillos de un sector cada vez más reducido de actores y grupos económicos a costa de la incesante carestía en la vida de las grandes mayorías populares 1 . Gobernar para una minoría tienen sus costos políticos, y eso también ha quedado brutalmente reflejado: la crisis de representación ha horadado el conjunto de instituciones del estado chileno. Nada parece haber quedado por fuera del rechazo popular. La dirigencia política de conjunto y los partidos políticos quedaron engullidos por ese malestar social acumulado luego de tantos años, malestar que ahora es vomitado por el mismo pueblo en las calles. El rechazo es total y generalizado hacia esa dirigencia de diferentes partidos que se alternó en gobernar prometiendo, mintiendo y defraudando una y otra vez al pueblo mientras transaba una y otra vez por arriba con el poder empresarial.
Por eso una rebelión sin dirigentes. Un pueblo que desde hace dos meses, desesperado por las condiciones de vida y harto de la estafa y complicidad dirigencial irrumpió desde abajo y de forma autoconvocada viene luchando cuerpo a cuerpo contra las fuerzas de represión del gobierno de Piñera, haciéndole retroceder en su intento inicial de sostener su política de ajuste a sangre y fuego, para pasar a intentar negociar como sea con otras fuerzas políticas cambios en la constitución pinochetista redactada sobre los cadáveres de miles de asesinados, torturados y exiliados. Un ejemplo maravilloso de un pueblo luchando con las manos desatadas. Sin que nadie los dirija. Y por eso sin que nadie los pueda traicionar. Un pueblo que harto de no ser convocado y harto de ser estafado y hambreado, salió a luchar por las suyas. Se auto-convoca. Allí está su potencia. Y así continúa pese a los intentos de siempre de imponerles algún tipo de dirección, tal como está ocurriendo con los Cabildos Abiertos controlados por agrupaciones como el PC o el PS, y hasta por intendentes, cuando podrían ser intentos de auto-organización donde el pueblo discuta y decida de conjunto.
Limitaciones y desafíos
La gran debilidad que hasta ahora se manifiesta es la participación de la clase obrera, hasta ahora desigual, por lugar y por gremio, arrancando medidas nacionales intermitentes sin desbordar a sus direcciones tradicionales y por ello, por detrás, como clase, del proceso de movilización generalizado. Luchando con sus propios métodos: una huelga general por tiempo indeterminado, por ej., colocaría las relaciones de fuerzas en otro nivel. El “fuera Piñera”, una consigna masiva y mayoritaria, estaría al alcance de la mano con una huelga general por tiempo indeterminado. Lo que abriría el camino a cambios más profundos. Sin duda este parece ser el mayor desafío que tiene por delante el pueblo chileno. Que las y los trabajadores se auto-organicen en sus lugares de trabajo, se articulen y coordinen entre sí y peleen por autodirigirse en el proceso que vayan construyendo para derrotar las maniobras e intentos de acuerdos por arriba. Porque está claro que desde el poder político y económico –a la defensiva por todo el desprestigio acumulado, improvisando, dando pasos erráticos producto de la crisis que derivó de la lucha popular– intentará negociar una salida donde se cambie algo para que no cambie nada de fondo. Como parte de esas maniobras e intentos de canalización ha surgido la propuesta desde el Gobierno y algunos sectores de la oposición de realizar una Asamblea Constituyente para reformar la Constitución, reclamo del cual se agarró la dirigencia política (cabal demostración de que están completamente a la defensiva) para convocar para el mes de abril y con temario “cerrado” un referéndum pero con características que socavaría toda participación popular real porque mantendría a una mayoría de los actuales legisladores con poder de decisión.
El pueblo en general, y el movimiento obrero en particular, tienen allí el enorme desafío de impedir la canalización institucional de sus reclamos y demandas históricas. Sin duda que pasar de enfrentar un aumento de transporte (bajo el lema “Evasión Masiva”) a estar discutiendo una Asamblea Constituyente ha sido un logro extraordinario de la lucha popular. Pero para dar pasos cualitativos en el objetivo de enfrentar las consecuencias propias de la estructura económica capitalista y sus instituciones, la pelea por una Asamblea Constituyente, que debería ser Libre y Soberana, no puede sino más que estar supeditada y al servicio de la imperiosa necesidad de que el pueblo trabajador se auto-organice de tal modo que pueda crear los mecanismos necesarios para discutir un proyecto de país alternativo donde se garantice que todo sea decidido por el pueblo. De allí el enorme desafío que vemos en la participación de la clase, su auto-organización en cada lugar y la articulación de los organismos que desde abajo se vayan construyendo. En ese proceso de lucha queda planteada simultáneamente la pelea de que la clase trabajadora se auto-dirija en esos organismos nuevos y haga punta para que detrás suyo se encolumne el conjunto del pueblo. Una eventual convocatoria a una Constituyente, libre y soberana debería surgir desde ese proceso autoorganizado.
Una lucha que es parte de una etapa y un mundo diferente. Una lucha que nos desafía.
El proceso chileno no está aislado en el mundo. En varios sentidos. Primero porque es parte de la crisis mundial del capitalismo que impacta y golpea de lleno en las distintas economías de la región y del mundo. Una crisis que en su desarrollo acrecienta las desigualdades 2 y destruye las condiciones de vida y el planeta. Además porque envueltos en esas crisis, las dirigencias políticas y el conjunto de las instituciones que sirven a esos intereses minoritarios, son rechazadas cada vez más por los pueblos en todo el mundo. Pero sobre todo porque Chile también es una ventana a través de la cual podemos mirar lo que está pasando en otras partes: a la gigantesca rebelión global de las mujeres que se extiende desde hace algunos años, se van sumando cientos de miles en diferentes lugares del mundo que se auto-convocan por fuera de las direcciones. En Hong Kong, en Francia, en Haití, en Catalunya, en Colombia, en Puerto Rico, en el Líbano, y en tantos otros lugares, los pueblos, especialmente lxs jóvenes, están buscando caminos alternativos para enfrentar el poder de los de arriba. Caminos alternativos que parecen tener importantes vasos comunicantes. Ninguno de estos procesos es dirigido por algún aparato político y/o gremial. Por el contrario, los partidos y la dirigencia gremial están muy por detrás de las luchas. Los procesos se desarrollan por abajo y en forma auto-convocada. Y aunque son mayoritariamente populares se están sumando a la lucha, en algunos países, sectores de la clase obrera. Ocurrió en Ecuador, en Colombia, en parte sucede en Chile en las condiciones que señalamos y, entre otros lugares, resalta la irrupción de las potentes luchas obreras que hoy sacuden Francia. Todos tienen el desafío de derrotar a sus direcciones y autodirigirse para impedir nuevas frustraciones.
Pero quizás haya otro elemento que los empieza a vincular: una incipiente percepción de que el capitalismo ya no da respuesta a las necesidades y reclamos obreros y populares. Lo cual, y de confirmarse esto, estaríamos en presencia del inicio de una etapa apasionante por los enormes desafíos que se abren: el de la posibilidad de enfrentar con más fuerza al capitalismo y construir una alternativa socialista, y esto sobre la base de pueblos que en respuesta a la traición histórica de sus dirigentes empiecen a tomar las luchas en sus propias manos auto-organizándose y auto-dirigiéndose desde abajo. En este sentido, la imponente rebelión del pueblo chileno nos llena de expectativas y emoción.
1. Según la Cepal, el 1% más rico del país se quedó con el 26,5% de la riqueza en 2017, mientras que el 50% de los hogares de menores ingresos accedió solo al 2,1% de la riqueza neta, y a su vez destina el 30% de sus ingresos sólo para costearse el transporte.
2. Las 26 personas más ricas del mundo poseen lo mismo que la mitad más pobre.