LA PANDEMIA FUE ANTICIPADA PERO LA SALUD PÚBLICA NO ES PRIORIDAD PARA LOS GOBIERNOS
Por Luis Zamora
@luisfzamoraAyL
La Organización Mundial de la Salud (OMS), la ONU, todos los gobiernos del mundo, el gobierno argentino -el de Cambiemos antes y el actual del Frente de Todos del presidente Fernández- tuvieron la posibilidad de informarse, prevenir y prepararse de la posibilidad concreta de una pandemia de las características del COVID-19 y no lo hicieron. No fue algo imprevisible como afirman falsamente.
Desde por lo menos septiembre del 2019, varios meses antes de la aparición en China del COVID-19, el Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud (OMS) estaban informados que esta pandemia era posible según lo alertó la “Junta de Vigilancia Mundial de la Preparación ante Crisis Sanitarias” en el Informe “Un Mundo en Peligro” realizado especialmente por encargo del Banco Mundial y de la OMS.
Cuatro o cinco meses antes de la identificación del primer contagiado en Wuhan, capital de Hubei, China, la Junta integrada entre otras, por la ex – ministra de Noruega y ex – directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y por Elhadj As Sy, secretario general de la Cruz Roja Internacional, como co-presidentes, presentó ese informe ante la OMS.
La Junta, integrada por otros trece especialistas, entre ellos los máximos responsables actuales del control de epidemias en China y Estados Unidos, George Gao y Anthony Fauci. La Junta fue co-convocada por la OMS y el Banco Mundial, en 2018 “para prepararse ante las emergencias sanitarias de ámbito mundial y mitigar sus efectos” a partir de la experiencia de la epidemia de ébola de 2014/16. Su conclusión fue terminante: “El mundo no está preparado”. Hace pocas semanas, el 18 de marzo, el diario “Página/12” recordó ese trabajo en un artículo titulado: “Coronavirus: los gobiernos conocían el peligro, pero no hicieron nada” (Página/12, 18/3/20). Y también se hizo en “No digan que nadie avisó” (“Cohete a la Luna”, 29/3/2020), con el subtítulo de “La pandemia y sus costos humanos y económicos fue anunciada en septiembre de 2019”. La Junta advertía que “enfermedades potencialmente epidémicas como la gripe, el síndrome respiratorio agudo severo (SARS), el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS), el ébola, el zika, la peste o la fiebre amarilla, entre otras, presagian una nueva era marcada por una mayor frecuencia en la aparición de brotes de consecuencias nefastas y propagación potencialmente rápida, cada vez más difíciles de gestionar”.
En ese documento se alertaba que la extensa información que se brindaba era para “conocimiento y organización de los gobiernos, las comunidades profesionales, las sociedades y los individuos” para “anticipar, detectar, responder y recuperarse” del impacto de una “probable, inminente o real emergencia en salud”.
¿Qué hicieron los gobiernos? Continuaron, como si nada, desfinanciando los sistemas de salud y descuidando la infraestructura sanitaria.
Los mismos gobiernos que ahora tratan de justificar sus improvisaciones y decisiones apresuradas en que se trata de una pandemia que no se podía “prever” y de características “imprevisibles”. Entre ellos el gobierno nacional argentino y los provinciales, como todos los demás del planeta.
Lejos de ser imprevisible en el 2020, más tempranamente todavía, en el 2018, Peter Daszak, (miembro de la Academia Nacional de Medicina de EE.UU.) y otros expertos advirtieron también ante la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el peligro “de una epidemia grave causada por un patógeno desconocido, de origen animal y que se propagase por varios países con una tasa de mortalidad mayor que las cepas de gripe estacional, causando alarma global.”. La llamaron “Enfermedad X” en el marco de un plan conocido como R&D Blueprint presentado a la OMS. (Coronavirus “Estamos encarando epidemias como el Covid-19 de forma equivocada”: entrevista con el ecólogo de enfermedades Peter Daszak – Gerardo Lissardy BBC News Mundo, Nueva York 9 marzo 2020).
La OMS, nada, la ONU, nada. ¿Qué hicieron el G-7, el G-77 y el G-20 organismos que se reúnen periódicamente con enormes gastos que pagan los pueblos? ¡Nada! Todos ámbitos donde lo que pesa es la defensa del interés del gran capital transnacional. Incluyendo la OMS y la influencia allí de los grandes laboratorios y la financiación de fundaciones privadas.
Mientras esas alertas caían en saco roto, en el país se habían pagado en la última década más de 200.000 millones de dólares de deuda externa negados, por ej., al sistema nacional de salud, y en CABA, también como ej., Rodríguez Larreta pretendía cerrar cinco Hospitales Públicos, entre ellos el Ferrer para enfermedades respiratorias, que la movida de sus trabajadorxs impidió.
En los primeros días de diciembre, médicos de Wuhan detectan el virus e intentan dar la alerta; son rápidamente silenciados por la policía china, (uno de los médicos luego falleció por contagio del COVID-19). A fin de año la epidemia era imparable y se informa públicamente. En enero el contagio se extendió a otros países. Llega a Europa rápidamente lo que evidencia la imprevisión de los gobiernos en adoptar medidas antes y también desnuda las consecuencias brutales del ajuste en presupuestos sociales en esos países, cuando después de la crisis capitalista que salió a la superficie en el 2008, se priorizó rescatar a bancos y grandes empresas. Y especialmente ello significó una feroz reducción en la inversión en salud pública, cuyas peores caras se dan en Italia, Francia y el Estado español. Y también llega a EE.UU. y su sistema de salud principalmente privado y de difícil acceso para la mayoría del pueblo.
A fines de enero, muy tardíamente y cuando la acababa de descartar siete días atrás, desbordada por el número de contagios y muertes extendidos globalmente, la OMS decretó la Emergencia Sanitaria Internacional y califica la epidemia del COVID-19 como Pandemia.
Sin embargo, en Argentina el gobierno nacional y los provinciales siguieron sin reaccionar. En los primeros días de febrero, esta era la caracterización del PEN, según la explica González García, el ministro nacional de Salud: “las probabilidades de que el coronavirus llegue a la Argentina son bajas y reveló que está mucho más preocupado por el dengue (…) la población no debe alarmarse (…) Todo puede pasar, pero Argentina es el país más distante de China, ni siquiera tiene vuelos directos a ese país. Si alguien viene de China pasa primero por otro aeropuerto que también tiene sus controles. Además, estamos en verano, una estación donde los virus no se transmiten con tanta facilidad”, (…) destacó que China está haciendo todo lo que tiene que hacer para controlar la epidemia y pronosticó que en 30 o 40 días la situación comenzará a normalizarse”. Ya había 425 muertes y más de 20.400 infectados y la OMS, recordamos, había declarado el 30 de enero, es decir tres días antes de la entrevista, la “Emergencia sanitaria internacional para evitar la propagación”. (entrevista en C5N, Iván Schargrodsky, del 2 de febrero de 2020, parcialmente reproducida en Infobae, 3/2/2020).
El 9 de marzo, ya con un muerto en el Argerich y 17 contagiados el ministro de Salud, Ginés González García, reaccionó con superficialidad cuando la realidad empezaba mostrar la gravedad de la falta de respuesta del gobierno y se limitó a reconocer que las autoridades nacionales se vieron sorprendidas por el rápido avance del coronavirus en la Argentina: “Yo no creía que el coronavirus iba a llegar tan rápido, no creía que iba a llegar en verano, nos sorprendió, (…) creí que iba a llegar más tarde” (entrevista con A24, ver Infobae, 9 de marzo de 2020).
Unos días más tarde se suspendían las clases y el 20 de marzo comenzaba una cuarentena con los enormes, graves e irreparables perjuicios presentes y futuros para las condiciones de vida ya difíciles del pueblo trabajador. Aislamiento social generalizado que se hubiera podido evitar si a tiempo se hubiera invertido en salud, sanidad y prevención e incluso, ya desatada la epidemia globalmente, si en los últimos meses se hubiera priorizado volcar todos los recursos a enfrentarla. Se sigue sin priorizar ese objetivo. El presidente Fernández amplió el presupuesto de Salud en 1.700 millones de pesos mientras pagó entre enero y febrero 5.000 millones de dólares a los fondos de la usura internacional y en plena cuarentena unos 250 millones dólares más. Meses y recursos perdidos para sueldos, asignaciones, jubilaciones y fuentes de trabajo, para respiradores, reactivos, testeos imprescindibles que no se hacen, barbijos, camas de terapia intensiva e intermedia y para trabajadorxs de la salud con salarios dignos.
Llegará un momento en que esta pandemia, como ocurrió en otras oportunidades a lo largo de la historia, logrará ser controlada. En ese momento se contarán las miles y miles de muertes que podrían haber sido evitadas (seguramente muchas de ellas) si los gobiernos en todo el mundo hubiesen volcado los recursos necesarios para prevenirlas. Pero será un momento también que empezarán a sumarse otras muertes. Quizás muchas más. Serán las muertes por las consecuencias sociales y económicas que dejará los efectos del coronavirus. Seguramente serán las muertes silenciadas, las que no vamos a ver en los medios todos los días, pero tan evitables como las que hoy contamos a diario. Impedir que esto ocurra, como siempre, dependerá de los pueblos y de su lucha. Es la tarea.