NAKBA: 72 AÑOS DE OCUPACIÓN COLONIALISTA, 72 AÑOS DE RESISTENCIA HEROICA DE UN PUEBLO
*Por Luis Zamora
Un 14 de mayo, hace setenta y dos años atrás, en 1948, se levantó en Palestina el Estado judío de Israel apoyándose en un pacto de EE.UU. con la URSS de Stalin, los “dueños” de las Naciones Unidas de entonces. Y se lo pretendió hacer sobre una tierra habitada por árabes mayoritariamente.

La Nakba, gran tragedia. La creación del Estado de Israel significó la expulsión de 700.000 palestinos que vivían en esos territorios
En Palestina, a comienzos del siglo XX, es decir 50 años antes, convivían pacíficamente una enorme mayoría árabe (500.000) y una pequeña minoría hebrea (20.000) junto a otra cristiana, más pequeña todavía. Fue entonces que irrumpió en la región el sionismo que quebró esa convivencia y alteró trágicamente hasta hoy esa relación armónicamente y pacífica.
El sionismo (fundado en 1897) era entonces un movimiento político minoritario en las colectividades judías de Europa que se distinguía por ser partidario de formar un Estado Judío en algún lugar del mundo, preferentemente en Palestina, frente a las distintas corrientes mayoritarias de la época que promovían actuar como otras colectividades e integrarse en el país donde cada una de ellas había nacido y vivían.
Originalmente de la mano del imperio británico, principal potencia de la época, el sionismo promueve una corriente migratoria, primero pacífica y luego sangrienta y racista que poco a poco va desplazando a los originales pobladores árabes. Muchos factores políticos y económicos (y la modificación resultante del fin de la primera guerra mundial) fueron ayudando a esa invasión que no podemos describir aquí. El proyecto israelí, con el apoyo de las principales potencias, nació matando y se mantiene hasta hoy de esa forma. Robó las tierras, expulsó a quienes las habitaban y asesinó masivamente a pobladores que resistieron. El proyecto expansionista no termina, con la presencia de Trump en la casa blanca pretende agravarse, primero con el reconocimiento de Jerusalén como la capital del Estado de Israel y luego con la intención de anexar los territorios ocupados de Cisjordania a través del plan de paz propuesto por Trump, pese al rechazo internacional.

David Ben Gurión, primer presidente. El 14 de mayo de 1948 se creaba oficialmente el Estado de Israel con el apoyo de las potencias imperialistas
Pero lo cierto es que cuando se constituye varias décadas después (reiteramos en 1948) el Estado de Israel era consecuencia de una usurpación de una tierra habitada por otro pueblo, despojo logrado a través de todo tipo de métodos propios de acciones colonialistas, especialmente acciones terroristas sangrientas acompañadas de enormes sumas económicas que financiaban desde Europa ese desplazamiento de un pueblo a sangre y fuego. Es lo que el pueblo palestino tiene presente como la NABKA (catástrofe).
El proyecto israelí, con el apoyo de las principales potencias, nació matando y se mantiene hasta hoy de esa forma. Robó las tierras, expulsó a quienes las habitaban (hoy hay millones de palestinos refugiados en otros países muchos de ellos reclamando volver a la tierra usurpada de sus ancestros) y asesinó masivamente a pobladores que resistieron, y que hoy en momentos de la pandemia de coronavirus mantiene bloqueada y asediada sin acceso al agua potable a millones de personas en Gaza.
No habrá paz en Palestina sino se derrota esta usurpación y la política sangrienta de Israel
Esa resistencia palestina sigue hasta hoy por lo que Israel para mantenerse en tierra de otro pueblo debe recurrir a periódicas masacres. A limpiezas étnicas, a lo que ya se ha caracterizado como crímenes de lesa humanidad. No tiene otra salida que matar y matar, secuestrar, torturar, bombardear para mantener esa usurpación e incluso tratar de avanzar en usurpar más territorios con acciones bélicas o con los llamados “colonos”, mucho más allá inclusive de los territorios que, injustamente como vimos, se le habían concedido en las Naciones Unidas. Es lo que hoy se llama los “territorios ocupados”, y lo robado a Siria y a El Líbano que ni la ONU le reconoce. Y puede hacerlo porque ha contado con el apoyo (político, militar, económico, terrorista y mediático) imprescindible de los EE.UU., la potencia que reemplazó a Gran Bretaña en el dominio imperial del mundo y ha utilizado a Israel como un enclave en el mundo árabe. Sin el apoyo de la potencia perversa de la época y de sus aliados, el injusto despojo de Israel no hubiera subsistido hasta hoy.
No habrá paz en Palestina sino se derrota esta usurpación y la política sangrienta de Israel. O exterminando totalmente al pueblo palestino como por ej. hizo el capitalismo naciente y conquistador en América con los pueblos originarios. Solo allí, con la paz del cementerio, podrá imponerse un Estado Judío. O, por el contrario, la paz surja de la derrota de esta usurpación sangrienta. Es lo que está planteado si sumamos a la lucha justa, conmovedora y ejemplar del pueblo palestino la acción de todos los que en el mundo peleamos por reivindicar los derechos democráticos de los pueblos frente a cualquier opresión y represión. Y lo hacemos como parte de la lucha por la construcción de otro mundo opuesto a este basado en la explotación, la opresión y la violencia de pocos sobre la mayoría. Con ese apoyo posible, esa respuesta a algo que nos desafía hoy más que nunca, podría avanzar la posibilidad de ir a un solo Estado en la región, un Estado palestino laico que contenga y garantice el derecho de todas las minorías, árabes, judías, cristianas, con el regreso de todos los refugiados árabes y la devolución de las tierras robadas.
Es un camino difícil, complejo pero posible, viable. Los otros se han demostrado imposibles. Será más de lo que se ha vivido y sufrido en estos setenta y dos años. Y todo porque más allá incluso de sus propios dirigentes el pueblo palestino sigue diciendo ¡NO! Digamos ¡No! junto a ellos.
¡Paremos la masacre israelí!
La resistencia palestina sigue de pie, firme, heroica, ejemplar para el resto del mundo. Nos enseña, nos convoca.