LA DECLINACION IMPERIALISTA Y LOS PELIGROS PARA LOS PUEBLOS DEL MUNDO
La masiva e impactante movilización al Capitolio de un sector profundamente reaccionario y xenófobo de la población estimulado por Trump, ha dejado expuesta la profundidad de la crisis política e institucional que se viene desarrollando en EEUU desde hace tiempo, y de la que el mismo Trump ha sido y es una de sus tantas expresiones.
Semejante nivel de descomposición que se ha mostrado por estos días y que alcanza al conjunto del régimen, hunde sus raíces en un sistema económico que, como en el resto del mundo, agudiza todos los dramas sociales, precariza a la clase trabajadora y expulsa a enormes sectores de la población, mientras la riqueza se concentra cada vez en menos manos. Es el capitalismo mismo y su crisis.

QAnon, Proud Boys, entre miembros de otros grupos neofascistas que entraron al Capitolio en apoyo a Trump
Esta dinámica lejos de revertirse se ha profundizado en plena pandemia. Como se ha profundizado también la desconfianza y rechazo hacia el conjunto de las instituciones y poderes del Estado que cada vez se desnudan más al servicio de los intereses capitalistas que defienden.
Se podría decir que Biden es la otra cara de la misma crisis. La enorme mayoría de la población lo votó solo para impedir que Trump asumiera
Este rechazo se da además en una dinámica de polarización social que parece haberse acentuado en los últimos tiempos. Si lo de estos días muestra a un sector fascistoide que parece estar a la ofensiva, la enorme movilización de las mujeres en rechazo a Trump ni bien asumido este y la impresionante e histórica lucha auto-convocada contra la opresión racial hace apenas unos meses, expresan un camino opuesto.
Frente a esta dinámica de inestabilidad y tensiones, la enorme mayoría del establishment político (tanto Demócratas como la mayoría del partido Republicano), grandes corporaciones económicas, Fuerzas Armadas, y medios de comunicación, se han volcado a intentar lograr una “transición ordenada” con el objetivo de salir lo más rápido y menos debilitadamente posible de este escenario.
Que estos grupos de poder, económicos, políticos, militares, y comunicacionales (éstos últimos censurando ahora Trump) se hayan volcado a canalizar institucionalmente la crisis, expresa que no está planteada una salida golpista en EEUU. Al contrario, el gran objetivo es rodearlo a Biden, incluyendo una buena parte del Partido Republicano, para fortalecerlo todo lo que se pueda de cara a la agenda antiobrera y antipopular que tiene por delante los próximos años. Sobre todo considerando la debilidad de origen con la que va a asumir. Se podría decir que Biden es la otra cara de la misma crisis. La enorme mayoría de la población lo votó solo para impedir que Trump asumiera.

Biden y Kamala Harris.
Lejos de despertar expectativas y entusiasmo en el pueblo, se sabe que con Biden lo que se viene es más concentración, desigualdad y aumento de la explotación para los y las trabajadoras.
Por eso, ahora que es Gobierno el enemigo principal para el pueblo trabajador norteamericano y que deberá enfrentar con todas sus fuerzas, se llama Biden y es la personificación de una clase explotadora que llevará más miseria a la enorme mayoría de la población. Lejos de como se lo quiere mostrar en EEUU y en el resto del mundo: la cara opuesta del “trumpismo” que habría que defender para garantizar las libertades democráticas; la agenda de Biden llevará a más “trumpismo”, porque, como ha quedado expuesto, si el pueblo trabajador no construye una alternativa socialista frente a la crisis, el malestar y la bronca se canalizan con personajes fascistoides.
A mayor crisis y declive, más peligroso
Todo esto tiene un impacto mayor por ser justamente la principal potencia imperialista del planeta. Su crisis política y declive económico se vinculan también con su pérdida de peso relativo en la dominación global y en su rol de garante casi excluyente en la reproducción capitalista mundial. Mediante ese rol han propiciado masacres, invasiones, dictaduras y promovieron programas económicos de hambre.
Sin embargo, su decadencia y crisis puedo volverlo mucho más peligroso en el futuro en aras de no perder ese lugar hegemónico que empieza a ser amenazado por China. Como se viene desarrollando hasta ahora, todo indica que la crisis capitalista agudizará aún más las disputas y tensiones entre las principales potencias del planeta.

La hegemonía norteamericana amenazada por el ascenso de China
En esa disputa, claramente, quienes pierden serán los y las trabajadoras del mundo cuya crisis serán descargadas en sus espaldas. Mucho más cuando las perspectivas son los Trump, los Biden y un sector social que alimentado de violencia y odio racial empuja a más barbarie como salida a la crisis; o, por el lado de China, un régimen dictatorial y de súper-explotación hacia la clase trabajadora al servicio de un proceso de restauración capitalista.Sin duda la pandemia ha acelerado y profundizado las tendencias que venían desarrollándose en el mundo, fundamentalmente la crisis y los dramas socio-económicos que venía padeciendo la enorme mayoría de la población mundial.
Las inequidades sociales, la mayor explotación y precarización de la clase trabajadora, la destrucción del planeta, la proliferación de enfermedades por el avasallamiento de ecosistemas en aras del lucro empresario, ajustes presupuestarios a la Salud y la Educación redirigidos a afrontar los pagos de Deuda tal como exigen los usureros globales, y un largo etcétera, son los contornos de un mapa mundial profundamente inhumano que castiga brutalmente a quienes viven de su trabajo.
Así como en EEUU, el pueblo trabajador de todo el mundo tiene el inmenso desafío de construir una alternativa al mundo de los Trump o de los Biden, al mundo que digitan quiénes gobiernan y deciden todo los días poniendo el lucro privado por encima de las condiciones de vida de los pueblos (y en el caso de China super-explotando mano de obra mediante una dictadura feroz). Sabiendo, como quedó patente con las recientes movilizaciones en EEUU, que todo ese malestar y bronca social que se genera puede ser canalizado hacia una barbarie todavía mayor.
Así como en EEUU, el pueblo trabajador de todo el mundo tiene el inmenso desafío de construir una alternativa al mundo de los Trump o de los Biden, al mundo que digitan quiénes gobiernan y deciden todo los días poniendo el lucro privado por encima de las condiciones de vida de los pueblos (y en el caso de China super-explotando mano de obra mediante una dictadura feroz)
El camino es y será el que viene mostrando la rebelión feminista en todo el mundo, el de la lucha contra la opresión racial en EEUU, el del pueblo chileno, el de los Chalecos Amarillos, es decir, el camino es el de los pueblos que se auto-convocan, que no esperan de dirigentes que los y las convoquen a luchar –sean estos políticos, sociales o gremiales– sino que toman en sus propias manos la lucha.
Y para ese desafío será indispensable que los y las trabajadoras, en todas partes y en todo el mundo, se autoorganicen, se pongan a la cabeza con sus métodos de lucha y se autodirijan.
Allí están los resortes fundamentales para construir las fuerzas que se necesitan para enfrentar enemigos tan poderosos y construir una alternativa al capitalismo.