NUESTRA PROPUESTA ELECTORAL: LUCHA Y AUTOORGANIZACIÓN CONTRA EL PLAN DEL GOBIERNO, EEUU Y EL FMI
El gobierno de Milei llega a estas elecciones sumergido en una profunda crisis. Después de casi dos años de brutal ajuste y de una economía entregada al imperialismo norteamericano y a los buitres financieros, crece el descontento y el rechazo popular. Las elecciones en la provincia de Buenos Aires en septiembre pasado reflejaron ese rechazo con un cachetazo electoral al plan de ajuste de Milei y del timbero Caputo. Fue el desenlace después de dos años de luchas que fueron creciendo, algunas puntuales y otras masivas, pero que paulatinamente fueron ganando el respaldo y la simpatía de un sector grande del pueblo como en el caso de la lucha universitaria, o la del Garrahan y los derechos de las personas con discapacidad que terminaron con un triunfo. Todo a pesar de la enorme traición de la CGT y la CTA. Desde abajo se enfrentó el ajuste y el avance de las políticas represivas del Gobierno, aunque queda planteado todavía el desafío por derrotar todo su programa reaccionario promovido por Trump, el FMI y el poder económico.
Al rechazo al ajuste se le sumó la bronca por la corrupción. La estafa de Libra promovida por Milei, la Andis con el “3% de Karina” (mientras se les negaba mayor presupuesto a las prestaciones por discapacidad) y los vínculos con el narcotráfico de Espert. Casta pura. Y, por si todo esto fuera poco, la completa entrega al FMI y a los EE.UU., que en estos últimos días (con el “salvataje” de Trump y Bessent a Milei) profundizó su injerencia colonialista, a lo que se suma el apoyo incondicional al genocida de Netanyahu.
La falta de un proyecto de país alternativo
Pero si bien el rechazo al gobierno ajustador de Milei crece, lo que no crece es un proyecto de país alternativo. Frente a Milei no hay nada. El PJ-kircherismo (ahora rebautizado como Fuerza Patria) trata de canalizar la bronca con el gobierno a través de un “voto útil” para derrotarlo, pero sin ningún proyecto alternativo. La misma fuerza política que siendo gobierno profundizó el deterioro de las condiciones de vida del pueblo y le allanó así el triunfo electoral a Milei, la que en estos dos años contuvo con sus brazos gremiales (CGT y CTA) todas las luchas contra el ajuste, y la que incluso también aportó algunos votos puntuales pero necesarios en el Congreso para sacar las principales leyes de ajuste y saqueo, pide ahora un voto “anti-Milei”. Ni hablar del PRO, el radicalismo o el naciente proyecto de Provincias Unidas conformado por algunos gobernadores tan ajustadores en sus provincias como el propio Gobierno Nacional. En manos de toda esa dirigencia, lo que se viene después de las elecciones está claro: más ajuste, más saqueo, más Deuda, más injerencia del FMI, junto a los intentos de llevar adelante la reforma laboral, previsional e impositiva que reclama todo el poder económico.
La derrota a ese plan del poder político y económico está en manos únicamente del pueblo trabajador. Es indispensable que sea la clase trabajadora la que encabece y sea protagonista de esa lucha construyendo fuerzas desde abajo. Nada se puede esperar de los de arriba. Ni de la dirigencia ni del actual régimen político y sus instituciones al servicio del poder económico. Necesitamos cambios de fondo. No hay salida para el pueblo laburante si no se rompe con el FMI y con la política del imperialismo norteamericano, si no se desconoce la Deuda, si no se derrota el saqueo y la matriz productiva profundamente concentrada y extranjerizada. Pero tampoco hay salida con un régimen político donde la gran mayoría del pueblo delega las decisiones en manos de unos pocos que representan los intereses del poder económico. Necesitamos un proyecto de país que ponga en marcha cambios radicales al servicio de las necesidades del pueblo trabajador. Y eso solo lo puede realizar un gobierno de las organizaciones obreras y populares.
¿Dónde están las fuerzas para lograr esos cambios? No en el voto sino en la lucha. Autoorganizándose en cada lugar de trabajo, en los lugares de estudios y en las barriadas. Haciéndolo de la única forma posible para que el pueblo sea verdaderamente protagonista: autodirigiéndose. No delegando más las decisiones en dirigentes. Es el camino que vemos para potenciar y unir las luchas, para juntar las fuerzas necesarias hasta lograr un paro general y un plan de lucha que ponga en jaque el poder de los de arriba. Todo en el camino de construir ese proyecto alternativo que necesitamos, que además de organizar la economía del país en función de las necesidades populares y no de las ganancias empresarias, ponga en pie una democracia donde las y los trabajadores decidan todo. Donde tengamos delegadas y delegados que ejecuten lo que el pueblo decide, y con revocatoria de mandato para garantizar que si no cumplen los podamos sacar. Solo en manos del pueblo laburante, luchando desde abajo sin dirigentes, podemos construir un proyecto alternativo al de los grandes poderes económicos.
Un voto crítico hacia el FIT-U
Lamentablemente la lucha por que el pueblo trabajador se autodirija y decida todo como salida política a la crisis del capitalismo, no está expresada por ninguna fuerza en estas elecciones. Sin embargo, proponemos un voto crítico hacia el FIT-U por la importancia que tiene levantar un programa anticapitalista que rompa con el FMI, con la política pro imperialista del actual gobierno, rechazando y repudiando la injerencia colonial de Trump, que desconozca la Deuda, que plantee la necesidad de un sistema público de comercio exterior y bancario, que levante la bandera de la lucha antipatriarcal y contra el extractivismo, y que marque un claro alineamiento y solidaridad con todas las luchas obreras y populares en el mundo, y en especial las que se están desarrollando actualmente en defensa del pueblo palestino y en repudio a la política genocida del Estado de Israel, entre otros valiosos puntos programáticos. Aunque con esta propuesta, desde ya, no dejamos de tener en cuenta el valor que muchos le dan al voto en blanco y la abstención como expresión de rechazo popular al gobierno y al conjunto del régimen político.
A pesar de estas importantes coincidencias que tenemos con el Frente de Izquierda, junto a la convicción compartida de que todas esas conquistas se consiguen luchando, no podemos dejar de señalar las diferencias de fondo que mantenemos con las fuerzas políticas que lo integran -y con el resto de la izquierda-: vemos críticamente que, en su valiosa pelea por derrotar las actuales direcciones gremiales y políticas que hoy tiene el pueblo trabajador, sigan postulándose como reemplazo de aquellas direcciones partiendo de la idea de que los pueblos necesitan ser conducidos. Por el contrario, desde AyL vemos que lo que el pueblo y la clase trabajadora necesita es dirigirse a sí misma para convencerse de sus propias fuerzas en su lucha por la autoemancipación. Pelear por autoorganizarse desde abajo para tener dirigidos, no dirigentes. Por eso construimos AyL, para agrupar luchadores y luchadoras que promuevan esos caminos de autodirección.
Por el otro lado, además, discrepamos con el tipo de campaña electoral que han hecho lxs compañerxs del Frente. Vemos que su excesiva autorreferencia en la que muchas veces incurren sobre su propio rol y el de sus candidatos y candidatas, diputados y diputadas (en las calles y en el Congreso), hace que se diluya o directamente se pierda lo que debería ser la propuesta mas importante de todas: el rol insustituible de la clase obrera y el pueblo para poder lograr, con sus luchas y organización independiente, transformaciones de fondo. Por el contrario, nos parece que en la mayoría de sus intervenciones el centro está puesto en el rol que cumplen sus candidatxs y sus respectivos partidos, y no en las tareas que están planteadas para que cumplan la clase trabajadora, las mujeres y la juventud, tomando como ejemplo las luchas que hay aquí y en el mundo, pero no como mención al pasar (como vemos que ocurre muchas veces en sus apariciones en los medios, no así en sus materiales teóricos) sino para plantear una y otra vez, sistemáticamente, como el único camino posible para lograr los cambios de fondo y construir un gobierno de lxs trabajadorxs.
En momentos donde toda la dirigencia política intenta convencer al pueblo de que su único rol es votar cada dos años, sobreestimando la importancia de las bancas y los cargos en el Estado, es tarea obligatoria de las fuerzas de izquierda extraparlamentaria contrarrestar esa presión de la cultura dominante poniendo en primer lugar la fuerza de la clase y del pueblo cuando lucha.

 
																			