CUANDO SE APAGA LA LUZ SE ENCIENDE LA BRONCA
* Por Mariana Sorrentino y Sergio Sallustio, integrantes de Autodeterminación y Libertad
Desde principios de diciembre hasta comienzos de la segunda quincena de enero se han contabilizado más de cinco millones de personas distribuidas en cientos de miles de hogares que sufrieron prolongados cortes de luz con calores agobiantes, en CABA y diferentes distritos del AMBA. Nada evita una de las peores prestaciones de servicio público que vivimos en nuestro país, ni alertas naranja que implican amplios sectores de la población en riesgo (bebés, niños pequeños, mayores de 65 años, personas con enfermedades crónicas) ni alertas roja (que implica toda la población en riesgo), ni múltiples denuncias en el ENRE, ni acumulación de números de reclamo, ni protestas en el CGP… apenas en contadas ocasiones la bronca de los vecinos que se manifiesta en cortes de calle, quema de neumáticos o algún otro material inflamable, puede resultar en que acuda la policía y la empresa acelere el envío de una cuadrilla que, parche mediante, resuelva el problema para unos pocos y sin garantía de continuidad.
Los malabares que provoca este drama se multiplican: personas mayores obligadas a subir pisos por escalera o a recluirse en sus departamentos sin poder salir; baldes de agua que suben y bajan para paliar una de las peores consecuencias de los cortes que es la falta de agua por las bombas que no funcionan; alimentos que pasan de una heladera a otra para perder lo menos posible; mudanzas parciales de personas y familias enteras que van boyando de un domicilio a otro; generadores que aumentan sus ventas y que le dan un particular sonido a barrios completos; comerciantes desahuciados que ven perder días de trabajo e ingresos fundamentales para subsistir en épocas de vacas flacas para el comercio en general; semáforos y luces que no funcionan aumentando la inseguridad; electrodomésticos que se rompen con las variaciones de tensión, etc. Peor aún para aquellas personas, que además, se encuentran bajo tratamientos que requieren mantener la medicación refrigerada (insulinodependientes, tratamientos oncológicos) o cuya salud se ve afectada por la necesidad de utilizar dispositivos eléctricos (camas ortopédicas, colchones antiescara, concentradores de O2, etc). Claramente, el servicio de luz es esencial en la calidad de vida de las personas.
Un gran negocio sin contraprestación
Desde hace dos años venimos escuchando la gran falacia de que los usuarios de servicios públicos del AMBA venían pagando “muy poco” por el servicio y eso habría impedido a las distribuidoras privatizadas (Edesur y Edenor, la primera con acciones del amigo del presidente Nicolás Caputo, o la segunda perteneciente a Pampa Energía de Marcelo Midlin y cuyo principal accionista es el amigo de Macri, Joe Lewis) realizar las inversiones correspondientes dado que sufrían pérdidas por operar en nuestro país. La realidad de los cuantiosos subsidios que recibieron desmiente este planteo mientras se ocultan los verdaderos estados contables de las compañías, que integradas y con vínculos no solo en la distribución sino también en el transporte y la generación de energía (como sucede tanto con la familia Caputo como con Pampa Energía), indicarían que jamás perdieron por prestar el servicio. La diferencia de precio en las tarifas se compensaba (y aún continúa haciéndose) con creces mediante subsidios que derivaron siempre de la recaudación de impuestos que pagamos todos los trabajadores fundamentalmente por dos vías: IVA (el impuesto que cómodamente explica la mayor recaudación) e impuestos al salario (mal llamado impuesto a las ganancias de la cuarta categoría). De esta manera es falso que las tarifas no se pagaran y es falso que las compañías prestadoras perdieran dinero. Entre los años 2004 y 2014, el gobierno kirchnerista subsidió -entre luz y gas- cerca de $ 342.000 millones según datos de ASAP, y el macrismo en el 2017 les condonó una deuda con CAMMESA (la administradora estatal mayorista) por $1.630 millones. Solo a modo de ejemplo, en 5 años Pampa Energía (dueña de Edenor) ha sido capaz de disparar su valor en 5.826% de acuerdo a la cotización de sus acciones, y en los primeros diez meses del 2017 su paquete accionario tuvo un alza del 72%. Sin embargo, incluso aceptando las mentiras que provienen de los gobiernos pro-empresarios de los últimos años, las tarifas aumentaron un 512% entre Diciembre de 2015 y Noviembre de 2017 (o sea sin contabilizar el tarifazo anunciado en Diciembre de 2017) carcomiendo los alicaídos salarios y arrastrando una inflación estructural cada vez más difícil de derrotar, y sin embargo las prometidas inversiones no llegan y los dramas provocados por la falta de inversión aumentan: con instalaciones muy antiguas, transformadores que no resisten el más mínimo aumento del consumo, y una generación de energía que no sigue el ritmo de crecimiento poblacional de las grandes ciudades. El negocio de las privatizadas eléctricas nunca cae y se revitalizó aún más con el nuevo gobierno de Cambiemos, mientras el servicio es cada vez más deplorable. Ni siquiera puede justificarse por el aumento del consumo o asociarlo a cuestiones climáticas que dan un aura de tema sin solución porque se trata de “La Naturaleza” que desborda la resistencia del servicio, ya que el consumo bajó de diciembre 2016 a diciembre 2017, y los cortes sin embargo crecieron, con un 66% más de afectados en promedio.
Fuente OETEC (http://www.oetec.org/nota.php?id=3024&area=1)
La chispa que enciende la reacción
La mentira con patas muy cortas avanza sobre la credibilidad de un sistema político que se degrada cada día más. Algunos grupos de habitantes en los barrios comienzan a auto-organizarse para expresar su bronca. Es muy incipiente aún, pero ya hubo una bocanada de aire fresco en los masivos ruidazos del 2016 y los cacerolazos y ruidazos de diciembre de 2017 en ocasión de la reforma jubilatoria. Defender el salario, y derrotar a estas empresas parasitarias con clientes cautivos, rentabilidad garantizada y gobiernos que las protegen, solo podrá lograrse juntándonos con el de al lado y movilizándonos en las calles. La prestación de energía eléctrica es un servicio público y sólo siendo una empresa de propiedad pública gestionada por los trabajadores y los usuarios podrá brindar un servicio de calidad con bajas tarifas o gratuitos para los sectores más vulnerables.