URGENCIAS ANTES DE QUE LLEGUE EL OTOÑO…
*Por Sergio Sallustio, economista – @sergsallustio
“El problema es que te enamoraste de mis flores, no de mis raíces… Y cuando vino el otoño no supiste qué hacer” Anónimo.
LA RENEGOCIACION DE LA DEUDA Y LAS PRIORIDADES DEL GOBIERNO
.Antes de que llegue abril, y sin la más mínima demora, el gobierno de Alberto Fernández debe resolver un problema determinante: la renegociación de los pagos de deuda externa. No hay más dólares en las reservas del Banco Central que los suficientes para pagar hasta los vencimientos de marzo, y solo si no surge ninguna corrida por pequeña y breve que sea. El poder económico observa cada detalle y movimiento referido al día a día de esta tarea fundamental, a tal nivel que suben o bajan acciones, precios de los bonos y derivados financieros, al ritmo de cada anuncio o política vinculada al déficit fiscal, el potencial pago de la deuda, y el condicionado apoyo político de EE.UU. en la negociación con el FMI. Inversiones, disponibilidad de dólares, exportaciones, estabilidad cambiaria y financiera, todo el interés de los principales actores de las finanzas y el empresariado depende de cómo se logre avanzar en este aspecto.
Para el pueblo trabajador que votó contra el ajuste de Macri y se manifestó muy críticamente con el acuerdo firmado con el FMI, las prioridades son otras e igual de acuciantes. Estas prioridades que surgen desde abajo se contraponen con el impacto que tendrá la renegociación. Ni el salario, ni la pobreza, ni las jubilaciones, se verán beneficiadas por el potencial acuerdo. Por el contrario, los primeros pasos en el objetivo de Fernández por ofrecer buenas cartas de presentación ante el FMI y los acreedores consistieron en echar mano a la principal fuente de salida de fondos del Estado derrumbando la fórmula de cálculo de aumento de las jubilaciones y reemplazándola por posibles aumentos discrecionales por decreto que podrían no tener ningún vínculo con la inflación ni con la canasta de consumo de los y las adultos/as mayores. Por otra parte, ofreció un simbólico aumento salarial muy lejos de lo perdido, con dudosas chances de que sea cumplido por todas las patronales, y a cuenta de futuros aumentos que presagian una dificultosa recuperación del poder de compra de los y las trabajadoras.
Muy lejos de las propuestas de campaña en las que se prometía afectar a los bancos en favor de las jubilaciones, se invierten radicalmente las prioridades, y como siempre primero se aseguran los pagos de deuda externa, sean re-perfilados o re-estructurados, y luego con lo que sobra, si queda algún margen, se analiza la posibilidad de destinarlo a las necesidades más básicas. No es de extrañar que tanto el ministro Guzmán como el presidente han declarado que el Presupuesto 2020, “ley de leyes” orientadora y guía de todo plan económico, solo será tratado luego de concretar el ansiado acuerdo por la deuda. De esta manera, salud, educación, ciencia y tecnología, y partidas destinadas a políticas de género, entre otras, quedarán totalmente supeditadas a que primero se “honre” el resultado de la negociación con los especuladores financieros que esquilmaron las finanzas públicas y las reservas del Banco Central en los últimos años.
El Ministro de Economía, Martín Guzmán y la Directora del FMI, Kristalina Giorgieva. En febrero inician las negociaciones
EL PUEBLO QUIERE SABER DE QUE SE TRATA
Como si esto fuera poco, las negociaciones se llevan adelante en reuniones secretas y a espaldas del conjunto de la población. El gobierno nos señala continuamente la importancia del fuerte endeudamiento, echa culpas sobre el desastre provocado por el gobierno anterior, y no deja de advertir las posibles graves consecuencias, sin embargo nada sabemos de las propuestas de salida que se están evaluando, los montos involucrados, las generaciones que tendrán que asumir esta carga, ni los padecimientos que deberemos sufrir los y las trabajadoras para pagar. A pesar de semejante magnitud, como pueblo trabajador nos proponen un rol totalmente pasivo, al punto de ocultarnos los detalles y también los grandes trazos de los tiempos que se avecinan. Es inadmisible que no existan mecanismos de participación y decisión y que nuestras vidas queden en manos de unos pocos funcionarios. Si dejaran en poder del pueblo la decisión sobre la deuda externa y sobre los grandes temas que involucran la vida de los trabajadores no podrían acomodar todo a sus intereses y su rentabilidad. El gobierno y el poder económico al cual representa necesitan negociaciones carentes de todo debate público.
Rechazamos que no se prioricen las necesidades de enfrentar el hambre, mejorar la educación, la salud, y el salario, por sobre los pagos de deuda externa, y que para condenarnos al padecimiento de un pueblo que solo produce para pagar por décadas se lleven adelante negociaciones en secreto en las que los y las trabajadoras no deciden ni intervienen de ninguna forma.
Así las cosas, si las condiciones de vida no mejoran en poco tiempo, el veranito del gobierno empezará a terminarse y un otoño de lucha puede comenzar a emerger desde abajo, al ritmo del hambre y la precarización que no admiten más postergaciones ni deudas espurias por pagar.