CHILE: UN LARGO CAMINO CONTRA TODO PARA CAMBIARLO TODO
Pasó un año del inicio de las enormes movilizaciones auto-convocadas que comenzaron con el rechazo al intento de Piñera de aumentar 30 pesos el boleto del subte en Santiago y se transformaron en una imponente rebelión que puso en discusión todo un modelo económico, político e institucional. Un pueblo que irrumpió desde abajo contra la desigualdad social, la estructura económica privatizada (incluyendo el agua, la salud, la educación y los fondos de pensión), la constitución pinochetista, la dirigencia política y el andamiaje institucional de conjunto.
Algunas de estas expresiones de lucha ya se venían manifestando desde años atrás, donde la juventud tuvo mayormente el protagonismo, pero fue el año pasado que dio un salto de calidad y cantidad hasta transformarse en una rebelión popular, bien desde abajo y sin dirigentes, contra las políticas de Piñera, principalmente, pero que también expresó el rechazo contra toda la dirigencia política que ha venido aplicando sin cuestionamientos un modelo económico y social impuesto con sangre por la dictadura de Pinochet y que dejó a millones de personas prácticamente excluidas de los beneficios que sí disfrutó una minoría.
Una rebelión popular, bien desde abajo y sin dirigentes, contra las políticas de Piñera, principalmente, pero que también expresó el rechazo contra toda la dirigencia política que ha venido aplicando sin cuestionamientos un modelo económico y social impuesto con sangre por la dictadura de Pinochet
Hace un año, el Gobierno de Piñera que estaba pendiendo de un hilo y hasta llegó a plantear que estaba “en guerra frente a un enemigo interno”, si se mantuvo en el poder fue por el fuerte respaldo de los carabineros que se dedicaron a reprimir brutalmente cada una de las movilizaciones (más de 300 personas resultaron con heridas oculares, muchas de ellas perdiendo parcial o totalmente la visión, violaciones y torturas sistemáticas en centros de torturas, y varias muertes registradas a manos de las fuerzas de seguridad) pero sin poder contenerlas. Ese apoyo de las fuerzas represivas, pero principalmente el respaldo de la mayoría de la dirigencia política explican la continuidad de Piñera en el Gobierno. Resultado de ese acuerdo por arriba fue que surgió el llamado a este plebiscito que sumado a la pandemia, parece haberle dado cierto aire a Piñera y a todo el régimen político para poder canalizar temporalmente el enorme proceso de luchas (aunque la reciente y multitudinaria movilización evidencian que está muy vivo). La propuesta inicial del Congreso era que la convención constituyente fuese integrada por funcionarios de Gobierno y parlamentarios, ante el descontento finalmente tuvieron que ponerlo también esto a discusión. Pese a ello, la propia constituyente nace con las limitaciones que le impuso el acuerdo de la dirigencia en el parlamento que expresamente impide a priori modificar cuestiones relacionadas a los tratados internacionales pactados por el Estado, principalmente los referidos a las cuestiones de libre comercio y protección de inversiones. Una limitación más cuya superación dependerá del estado de la movilización para rebasarlas.
Dependerá ahora de esa misma movilización para que toda esa potencia no sea enterrada con acuerdos por arriba, que ya de por sí con este paso lograron canalizar el malestar y la bronca social por las vías institucionales, pateando la pelota hacia delante enfriando el terreno.
El resultado de este domingo donde la opción de la modificación ganó por casi el 80% de los votos fue un paso más en el proceso de luchas, así como la opción de que la convención constituyente de 155 integrantes esté compuesta en el 100% por miembros elegidos por el voto popular, frente a la opción de que el 50% sean parlamentarios. Lo que demostró la desconfianza del pueblo con la dirigencia política. Dependerá ahora de esa misma movilización para que toda esa potencia no sea enterrada con acuerdos por arriba, que ya de por sí con este paso lograron canalizar el malestar y la bronca social por las vías institucionales, pateando la pelota hacia delante enfriando el terreno. La elección de los miembros que integrarán la Convención Constituyente está prevista para el 11 de abril de 2021. Luego vendrá la redacción de la Constitución con un plazo de nueve meses, renovable por tres más. Finalmente habrá un plebiscito ratificatorio “de salida” durante 2022.
El desafío ahora pasa por profundizar la movilización auto-convocada y pelear para que sea la clase obrera -hasta ahora en un papel secundario- la que irrumpa, con sus métodos en y desde sus lugares de trabajo, lo que será clave para evitar que se entierre el proceso de lucha y evitar la trampa de las instituciones para imponer una Constituyente verdaderamente libre y soberana y continuar la movilización desarrollando un proceso de auto-organización obrera y popular en el camino de construir un proyecto de país donde todo sea decidido por el pueblo.