LA REBELION FEMINISTA NO NECESITA DIRIGENTES, MENOS AUN “ABANDERADOS FEMINISTOS”
- Por Marta Martinez.
Ayer en su discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, Alberto Fernández dijo “Quiero proponerles que convirtamos a la lucha contra la violencia de género en una política de Estado y una política de la sociedad”. Esto no asombra dado que antes de la aprobación del aborto había dicho que “más allá de la enorme lucha del movimiento feminista, me siento el abanderado de este reclamo”. Aunque no sorprendan sus dichos, sí hay que remarcar una y mil veces que sus dos frases son equivocadas y oportunistas.
La primera pregunta que nace de sus dichos es ¿a quién le está hablando? ¿Acaso a las propias instituciones que son las encargadas de reproducir el patriarcado? Debemos suponerlo, dado que era la sesión de apertura del Poder Legislativo, del Congreso patriarcal, y tampoco hay que dejar de mencionar que es donde se encontraban además oficialistas y opositores que constantemente reproducen la opresión de género.
La primera pregunta que nace de sus dichos (de Alberto Fernández) es ¿a quién le está hablando? ¿Acaso a las propias instituciones que son las encargadas de reproducir el patriarcado?
Es fundamental ver que son las propias instituciones las que oprimen cotidianamente a las mujeres y diversidades de diferentes formas. Hubo un poder judicial que no hizo nada ante denuncias de violencia, hubo comisarías que ante denuncias permanecieron sin hacer nada, hubo un hospital con mandato de la gobernación para no hacer un aborto no punible, hubo votos en contra de la legalización del aborto… muchos son los ejemplos de formas en las que se reproduce constantemente la opresión. La violencia es constitutiva de la opresión y, justamente, se oprime a la mujer para que cumpla cierto rol en la sociedad. Esa es la tarea fundamental de las instituciones, que las mujeres cumplamos el rol de la reproducción –con la legalización del aborto no se termina la obligación de maternar-, y la realización de las tareas de cuidado de forma gratuita.
Las mujeres realizamos la reproducción social asumiendo que es una tarea gratuita y obligatoria gracias a la cultura que se reproduce desde el Estado y sus instituciones. El llamado a hacer “políticas de Estado” es el llamado a pretender canalizar un problema que es consecuencia de las mismas instituciones y su opresión –y, desde ya, toda opresión genera violencia-. Muchas son las formas en las que se pretende legitimar a las instituciones en las sociedades capitalistas, mientras se agudiza la crisis de representación y sus consecuencias, el discurso de Fernández es parte de eso.
Es que hay formas en las que, generalmente, resulta más fácil a la dirigencia política dar alguna respuesta a las demandas: institucionalizándolas. Por eso mismo, lejos de responder a la problemática profunda que implica la opresión de género, los gobiernos –incluido Fernández- toman medidas al estar exigidos por la realidad de la lucha de la rebelión feminista. Pero la única forma de terminar con la violencia patriarcal es derrotando las instituciones que nos oprimen y el sistema que las contiene bajo el que toda la clase trabajadora se encuentra cada vez más explotada.
Además debemos decir que la legalización del aborto fue producto de la lucha de muchos años de organizaciones feministas y de izquierda que abogaron por la autodeterminación del cuerpo de las mujeres. Esa lucha histórica fue radicalmente fortalecida por la Marea Verde, al mismo tiempo, hija de la generación del Ni Una Menos. Es decir que no existe “más allá del movimiento feminista”, la realidad es que fue exclusivamente el movimiento feminista apoyado en una porción mayoritaria de la sociedad la que LUCHÓ por que se hiciera realidad el aborto legal en nuestro país.
lejos de responder a la problemática profunda que implica la opresión de género, los gobiernos –incluido Fernández- toman medidas al estar exigidos por la realidad de la lucha de la rebelión feminista
La imposición del primer debate sobre la legalización del aborto a la que estuvo sometido Macri tras el primer pañuelazo masivo en febrero de 2018 muestra cómo se le arrancó al Congreso Patriarcal el debate primero y la legalización después. Y la muestra de que no existe nada más allá del movimiento feminista, además, la brindan dos cuestiones no menores. Una de ellas es que Alberto Fernández en todos los años en los que estuvo en política nunca tuvo como eje principal este derecho -y que alguna pareja suya esté involucrada en el tema no lo convierte en abanderado de nada-.
Pero por otro lado, hay que mencionar también que Fernández quiso utilizar la presión del movimiento feminista en beneficio propio en momentos de una fuerte crisis económica y sanitaria. Fernández llevó adelante negociaciones con diferentes senadores para que el proyecto salga, lo hizo a costa del propio proyecto.
Es decir que estas negociaciones condujeron a que el aborto se encuentre penado luego de la semana 14, que se restringieran las causales de aborto no punible así como instaurar la objeción de conciencia institucional de hecho. Nada de todo esto fue siquiera consultado con la rebelión feminista que exigía Ni Una Menos por Abortos Clandestinos y la despenalización de la práctica del aborto, sin limitaciones.
Por otro lado, respecto de la primera frase que citamos hay que remarcar fuertemente dos cosas, en primer lugar que está intentando sustituir una lucha que viene dando el feminismo desde hace muchos años. La visibilización de las opresiones de las mujeres se pueden observar desde los discursos de las trabajadoras en las fábricas, las estrategias de las sufragistas y hasta las manifestaciones de la revolución dada por la creación de los métodos anticonceptivos.
Pero más reciente y profundo, por las características de autoconvocatoria que tiene, es el movimiento de mujeres que surgió en 2015 y que marcó un antes y un después en la lucha feminista. Entre otras cosas por su carácter internacional, masivo y continuado en el tiempo de mujeres y disidencias que se autoconvocan y construyen su propia agenda de lucha. Es decir que Alberto Fernández no propone nada que la rebelión feminista no esté haciendo ya desde 2015 cuando salió a repudiar los femicidios y dijo Basta de violencia machista! En tal caso la dirigencia política demuestra su atraso en el tema.

#NiUnaMenos. Primera convocatoria, 3 de junio de 2015. Un hito en la lucha del movimiento feminista
La rebelión feminista es la que desafió a la sociedad a que viera lo que sucedía y se “toleraba” y para que se involucrara en la lucha contra la violencia fueron lxs pibxs de los secundarios reclamando Educación Sexual Integral, las discusiones en los senos familiares y círculos de amigas que la Marea Verde llevó adelante para ganar a la sociedad en el grito de Basta de muertes por Abortos Clandestinos, es la sociedad misma la que ha salido a repudiar profundamente los femicidios de Úrsula y Guadalupe después de que la inacción de la justicia ante las denuncias las dejaran a merced de su femicida.
No existe el “más allá del movimiento feminista” en esta oportunidad tampoco, existe una visibilización y potenciación de la lucha contra la violencia gracias al movimiento feminista y a la gran mayoría de la sociedad que aunque no salga a las calles apoya y rechaza la violencia contra las mujeres y disidencias.
Por último, pero no menos importante, esa sustitución del movimiento feminista que quiere hacer Fernández nunca será posible. El Estado posee una conformación institucional no solamente para reproducir la opresión patriarcal sino también para instituir la explotación de la clase trabajadora. Para ello se vale de diferentes instituciones que reproducen el sistema capitalista patriarcal.
Los gobiernos lo que hacen es reproducir con diferentes políticas la misma lógica, no es posible hacer cambios que provengan desde arriba porque los gobiernos, en relación al sistema capitalista patriarcal tiene otros intereses que no son los de las grandes mayorías. Puede el presidente hacer un Ministerio de las mujeres y diversidades, también puede armar consejos en contra de la violencia e inclusive decir que en su gobierno se ha aprobado el primer presupuesto con perspectiva de género –cosa que más allá de no ser verdad, no incluye partidas presupuestarias acordes a la problemática- pero nada de todo esto ataca al problema de raíz. La opresión patriarcal vinculada a la obligatoriedad de ser madre –más allá de que el aborto esté legalizado- y el trabajo del que se apropia gratuitamente el capital a través de las tareas de cuidado.
La dirigencia política ha tratado de canalizar la formidable rebelión feminista pero no lo logra. Principalmente porque la crisis de representación hace que a la falta de respuestas ante la violencia más cotidiana se le sume el desprestigio propio de la dirigencia política. A ello además, tenemos que agregarle que la rebelión feminista desde su inicio en el Ni Una Menos ha tomado una dinámica propia capaz de autoconvocarse masivamente, de reconocer su fuerza y potenciarla como sucede los 8M que desde hace relativamente poco tiempo se ha convertido en un Paro Internacional feminista –y donde el próximo 8M también será protagonista a pesar del contexto de pandemia-.
La dirigencia política ha tratado de canalizar la formidable rebelión feminista pero no lo logra. Principalmente porque la crisis de representación hace que a la falta de respuestas ante la violencia más cotidiana se le sume el desprestigio propio de la dirigencia política
La rebelión feminista no tiene dirigentxs, tampoco lxs busca, pone el cuerpo construyendo desde abajo una potencia contra la opresión que la lleva a construir su propia agenda de lucha. Queda un gran desafío por delante que, lejos de estar cerca de buscar “abanderados feministos”, implica el encontrar la unidad con la clase trabajadora. Ese es el camino para construir una sociedad de iguales luchando contra un sistema que históricamente nos oprime y nos explota pero que derrotaremos con la lucha desde abajo y sin dirigentes.