FRENTE AL GRAVE ATENTADO
En momentos en que el Gobierno Nacional, ahora con Massa a la cabeza, está intentando avanzar con su programa de ajuste y saqueo, y mientras sectores de la población lo enfrentan con lucha y movilización en defensa del salario (como lxs docentes, trabajadorxs de salud, empleadxs públicxs en diferentes provincias, o lxs trabajadorxs del SUTNA y Bagley), como así también con las movilizaciones en defensa de los humedales, ocurre un hecho que sacudió todo el país: el repudiable atentado contra la vicepresidenta. Es decir, un hecho de enorme impacto social en un país atravesado por un contexto de crisis profunda y de situaciones dramáticas para la mayoría del pueblo, lleno de tensiones e incertidumbres angustiantes frente a una pobreza y marginalidad que crecen. Y con un Gobierno Nacional que, siguiendo el programa del FMI, intenta descargar esa crisis en las espaldas del pueblo con ingresos cada vez más deteriorados por la inflación y los tarifazos, con ajuste a la Educación y la Salud y con más políticas extractivistas.
El intento de asesinato, la corrupción y una salida alternativa del pueblo
El gravísimo y conmocionante intento de asesinato a la vicepresidenta no es un hecho aislado. Se inscribe en un marco en el que un sector del poder empresario, incluyendo empresas de medios como Clarín y La Nación, dirigencia política como JxC, Milei y Espert, y jueces cómplices, vienen, desde hace varios años, tomando denuncias -algunas verosímiles y otras no- para acusar particularmente a Cristina Fernández de corrupción y haciendo una formidable campaña política y mediática contra ella en ese sentido. Esta campaña se retroalimenta además por una tendencia a la polarización social que se viene exponiendo en los últimos años, en la que, si bien frente a la crisis una parte del pueblo busca salidas más democráticas e incluso por izquierda, otros sectores en cambio buscan opciones más reaccionarias y autoritarias. Todo lo cual hace un caldo de cultivo temible para graves hechos como el ocurrido.
La campaña contra Cristina Fernández es claramente persecutoria y con fines electorales. La parcialidad de los medios empresariales y de los jueces es manifiesta; su falta de credibilidad también. La corrupción es estructural, sistémica, y por ende ha atravesado a todos los gobiernos, incluyendo el kirchnerismo. Están todos enchastrados y como pueblo tenemos que repudiar que se utilice políticamente este tema en beneficio de una fuerza política. Todo esto en un país donde la enorme mayoría de los empresarios vinculados a la corrupción se mantienen impunes y haciendo negocios: confesos coimeros como los de Techint de Rocca, los Calcaterra, los Roggio, el mismo Macri con los “Panama Papers”, la estafa del Correo y el blanqueo con el que se beneficiaron sus familiares, o las energéticas que hoy ganan fortunas gracias a que pudieron comprar las empresas del Estado en medio de la corruptela del gobierno menemista. Es por esto que no debemos permitir que ninguna fuerza política lucre con el tema de la corrupción, así como tampoco debemos aceptar que ninguna denuncia de corrupción quede sin investigar y ningún hecho corrupto de gobernantes y funcionarios que se quedaron o desviaron dineros del pueblo quede impune. Tampoco podemos dejar de señalar que esa casta judicial millonaria, que mira para un lado en materia de corrupción y garantiza impunidad para otros, no tiene la más mínima autoridad para juzgar estos hechos. Basta el ejemplo del Tribunal conformado en la causa Vialidad, con un presidente -que debiera juzgar- y un fiscal -que acusa- que habían tapado su relación de amistad y que, aun desnudada, en vez de apartarse siguieron como si nada, contando con la complicidad de toda la casta judicial. Esto no significa que los pueblos tengamos que avalar la corrupción de la dirigencia política. Muy por el contrario. Semejante escenario de descomposición institucional nos desafía como pueblo a buscar vías alternativas para juzgar y condenar a lxs responsables e investigarlo todo: los “Panama Papers”, Vialidad, la Deuda Externa, los negociados en la obra pública de los últimos 40 años incluyendo en la gestión kirchnerista, a las energéticas, la fuga de dólares al exterior, la causa del Correo y el blanqueo macrista a familiares y un largo etcétera. Nuestra propuesta es la conformación de “una CONADEP de la corrupción” (una comisión independiente de los 3 Poderes del Estado con amplias facultades para investigar todo) elegida por el pueblo laburante.
La política del gobierno: “defender la democracia” para lograr una marcha del pueblo junto a quienes nos ajustan
Inmediatamente después del atentado, el Gobierno Nacional convocó a una marcha bajo la consigna “en defensa de la democracia”, vinculando un hecho sin duda grave y repudiable, como el atentado a la vicepresidenta, con la posibilidad concreta de que hoy estén en riesgo las “libertades democráticas”. Pero marchar con el Gobierno, con la CGT, y hasta con la UIA que también estuvo aquel día, es decir con quienes nos ajustan todos los días y a quienes enfrentamos diariamente, se hubiese justificado solamente en la necesidad de derrotar un proyecto golpista concretamente planteado. Un proyecto que en los hechos esté poniendo en riesgo las “libertades democráticas”. Por el contrario, hoy ningún sector del poder político y económico está agitando una salida golpista. Fundamentalmente porque todos esos sectores de poder, multinacional y local, históricamente promotores de los golpes, coinciden y se benefician con el programa que está intentando llevar adelante Massa. Toman nota que se está cumpliendo con el acuerdo con el FMI y avanzando con el ajuste; que quedaron en palabras demagógicas los proyectos con “la rentabilidad inesperada” producto de la guerra en Ucrania, o el revalúo fiscal que anunciara la ex ministra Batakis. El gran problema que tiene el poder económico en realidad es que no ve a la dirigencia política con fuerza suficiente para llevar adelante a fondo ese programa de reformas estructurales y ajuste al pueblo, tal como lo demanda, ni ve que se lo pueda imponer a ese pueblo que tiene por delante. Por eso la comandante Laura Richardson, jefa del Comando Sur de EE.UU., después de reunirse con la vicepresidenta Cristina Fernández, al igual que el embajador norteamericano Stanley, plantearon que “la Argentina tiene una oportunidad única en la vida (…) puede abastecer al mundo de energía y debe aprovechar las inversiones norteamericanas para desarrollar prontamente su potencial económico”, para luego, el mismo Stanley en el Consejo de las Américas (y con todas las multinacionales norteamericanas presentes y frente a Larreta, Wado de Pedro y Massa, entre otros que aceptaron la intromisión imperial), señalar que no hay que esperar hasta las elecciones de 2023: el oficialismo “se tiene que unir con la oposición” ahora, para así, con más fuerza, poder llevar adelante esas medidas en las que coinciden. Lejos de golpes, el superpoder apuesta a juntar a sectores del FdT con sectores de JxC para, por vías electorales o parlamentarias, profundizar la matriz productiva del país, especialmente extractivista y depredadora. Menos busca golpes el pool sojero y los exportadores de granos –otros que han mantenido vínculos históricos con las dictaduras- que acaban de recibir un premio por especular y extorsionar con un dólar de privilegio, o los bancos multinacionales ganando fortunas sentados encima de las Leliqs y sus tasas en aumento constante. Ningún sector de poder hoy agita banderas golpistas, lo que sí promueven es la unidad por arriba para atacar a los de abajo.
Es decir, marchar junto a un Gobierno como si tuviera el pueblo algo en común con quien hoy es el principal responsable político del ajuste y el saqueo. Junto a personajes repudiables como Massa, herramienta del saqueo imperial del país, que luego de haber estado en el escenario aquel día en la Plaza viajó a EE.UU. a transar con el imperialismo norteamericano y con siniestros personajes a los que tratará de convencer de que tiene fuerza política para llevar adelante el programa de ajuste del FMI y garantizar dólares a costa de nuestros bienes comunes y más extractivismo. Una marcha de la que además participó la CGT, cómplice del ajuste garantizado a fuerza de traiciones a lxs trabajadorxs, a las que nos ha acostumbrado.
Miles y miles marcharon a la Plaza sensibilizadxs e indignadxs por el hecho contra CKF y por que se investigue y castigue todo lo ocurrido. Con muchos de esos miles hemos compartido luchas enormes como las que derrotaron el 2×1, las de Santiago Maldonado, las que trabaron en diciembre del 2017 el ajuste macrista. Y también compartimos hoy el repudio a este atentado. Como compartimos las críticas que algunos de esos sectores populares hicieron a Guzmán y su acuerdo servil con el FMI. El mismo que hoy está profundizando Massa con el aval de Cristina Fernández. Pero ese reclamo democrático se debe incorporar a la lucha que ya libramos contra el gobierno, el FMI, los empresarios remarcadores, la burocracia traidora, no junto a ellos, si es que queremos ganar.
El único camino es seguir luchando contra el ajuste del gobierno
La crisis del capitalismo aquí y en el mundo genera más y más descomposición y violencia, alimentando a un sector que promueve salidas fascistoides y radicalizadas. Pero también esas crisis generan respuesta y resistencias por abajo. En los últimos años hemos visto enormes y potentes luchas de pueblos que se autoconvocan y enfrentan a los de arriba. Que pelean contra las recetas que nos quiere imponer el poder económico.
Profundizar este camino de lucha es una tarea impostergable para impedir que desde arriba quieran seguir descargando la crisis en las espaldas del pueblo trabajador. Será con más movilización y lucha por salarios y jubilaciones. Será luchando por más presupuesto para Educación, Salud y Vivienda. Será peleando por una democracia donde el pueblo controle y decida, y donde el poder judicial no sea una casta corrupta y privilegiada que no elige nadie. Toda una lucha que la dirigencia política, sindical y empresaria nos impide llevar adelante mientras nos hablan de “unidad”, “responsabilidad”, “paz” y “armonía”. Por eso no es con esa dirigencia que vamos a poder construir una alternativa, sino contra ella, tomando en nuestras propias manos y organizándonos desde abajo para auto-dirigirnos. Desde AyL peleamos para impulsar eso y juntarnos con luchadorxs que también quieran pelear por el derecho de la clase trabajadora a decidir todo.
Muy claro y certero análisis. La salida es con los trabajadores
Está clarísimo.