ANTE LA CATÁSTROFE, DOS IMÁGENES PODEROSAS QUE SE CONTRAPONEN
En medio de pérdidas de vidas, enfermedades, heridos, evacuados, barrios y viviendas destruídas, elementos obtenidos con años de esfuerzo arrasados, la catástrofe en Bahía Blanca envía dos poderosas imágenes.
Por una lado, la solidaridad del pueblo que rápidamente salió en apoyo de las miles de personas, de las barriadas populares, que lo perdieron todo, o casi todo. En algunos casos incluso autoorganizándose desde abajo para garantizar que esa ayuda llegue y lo haga en forma eficaz. A través de clubes, peñas, organizaciones juveniles y de trabajadores en diferentes partes del país, se ha ido tejiendo una enorme red de solidaridad.
Por otro lado, la tragedia muestra la falta de inversión y de políticas de prevención de parte del conjunto de la dirigencia política que sigue priorizando los negocios empresarios por sobre la condiciones de vida del pueblo. Como salió a la luz en estos días, un estudio del CONICET alertó en 2012 sobre el riesgo de inundaciones en Bahía Blanca (de hecho, en la misma ciudad pero hace poco mas de un año un temporal generó destrozos en viviendas y escuelas, además de cortes de luz y agua durante varias semanas, a lo que se le suman otros episodios de enorme gravedad como el de La Plata -2013- y Santa Fe -2003-). Durante todos estos años los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernandez pagaron 170.000 millones de dólares de deuda externa. Luego vino la estafa de Macri y el FMI para sumar más deuda a la deuda, y la convalidación posterior de Alberto Fernández a este saqueo destinando millonarios recursos a pagar esa estafa. Casi como una ironía de la vida, mientras todavía se siguen contando las muertes en Bahía Blanca, Milei está sacando por DNU un nuevo acuerdo con el FMI que exigirá mayores ajustes al pueblo y menos inversión para prevenir estos desastres.
Lejos de ser una tragedia natural, lo de Bahía Blanca muestra las inclemencias del cambio climático generado, entre otras cosas, por las emisión de gases de efecto invernadero que resulta de un sistema de producción que prioriza los negocios capitalistas. No solo estamos ante un presidente que niega el cambio climático, o que pasa la motosierra en áreas sensibles como en el Servicio Metereológico Nacional y el CONICET, sino que también nos quiere someter a un ruinoso acuerdo con el FMI que no solo traerá más ajuste sino además profundizará una estructura económica basada en el extractivismo, la deforestación y la contaminación ambiental.
Prioricemos nuestras necesidades, las del pueblo, cada vez más acuciantes. ¡Luchemos desde abajo para no pagar más ese saqueo!