POR UN PARO ACTIVO CONTRA EL GOBIERNO Y EL FMI
El brutal y sistemático plan de ajuste del gobierno y del FMI aplicado durante más de un año implicó un profundo deterioro en las condiciones de vida del pueblo laburante. Es evidente que la desaceleración de la inflación no es suficiente para los millones que reciben jubilaciones de hambre, o para la inmensa mayoría que trata de sobrevivir con salarios e ingresos desplomados, o para aquellas familias que directamente quedaron en la calle como consecuencia de la “motosierra”. Encima, para quienes protestan, la única respuesta de Milei y Bullrich es la represión, como lo hacen todos los miércoles con lxs jubiladxs.
Pero las consecuencias políticas de este ataque empiezan a salir a la superficie. La bronca y el malestar social crecen frente a un gobierno profundamente reaccionario y autoritario que lo único que tiene para ofrecer, mientras ajusta y explota cada vez más al pueblo laburante, es un país apoyado en el endeudamiento con el Fondo, la timba financiera y la profundización del modelo extractivista. En los últimos meses ese malestar se expresó nuevamente en las calles. Fundamentalmente a partir del 1ro de febrero, luego de aquella potente y autoconvocada movilización que salió desde abajo a repudiar el violento discurso de Milei en Davos, le empezaron a entrar los golpes al gobierno.
En este contexto la CGT no tuvo más remedio que convocar a un paro general para el día 10 de abril, anunciando además una movilización en apoyo a la marcha de lxs jubiladxs el día 9 (y así evitar un paro activo al día siguiente). Un año pasó de la última medida de fuerza que convocó formal y aisladamente. Durante todo este tiempo el gobierno pudo avanzar con el programa de ajuste, incluyendo paritarias a la baja transadas con las principales conducciones gremiales (avalando que el gobierno siga sin homologar ninguna paritaria que supere el 1 o el 2 por ciento), los cientos de miles de despidos y la aprobación de leyes nefastas contra el pueblo (incluyendo el reciente DNU que le da un cheque en blanco a Milei para un nuevo y ruinoso acuerdo con el FMI). Pero el malestar que volvió a expresarse en las calles el 1ro de febrero obligó a la CGT a tener que romper momentáneamente el pacto con Milei. Fueron no solo aquella movilización sino además la gran marcha del 8 de marzo, la persistente pelea de lxs jubiladxs y las jornadas de lucha del 12 y el 19, donde se enfrentó la política represiva del gobierno en las calles (en la primera enfrentándolo físicamente, en la segunda copando la Plaza más allá de las intimidaciones y amenazas), lo que condicionó a la CGT a tener que reubicarse y llamar a una medida de fuerza (para “descomprimir”, como reconoció el mismo Maturano). Es un paro arrancado desde abajo.
A pesar de la dirigencia gremial, el paro será contundente y mostrará el poder de fuego de la clase trabajadora. Como ocurre con todo paro general: cuando la clase trabajadora para, se detiene todo, incluyendo las ganancias empresarias (por eso le duele tanto a la dirigencia político-empresarial). Ahí está su fuerza como clase. Sin embargo, el enorme obstáculo para que esa fuerza se desarrolle está en la propia dirigencia, que apuesta no solo a que el paro no sea activo, sino que tampoco tenga la continuidad que se necesita y la articulación de todos los sectores en lucha para derrotar el programa de ajuste del gobierno y del FMI. Es por eso que la lucha no puede quedar en sus manos. Necesitamos construir fuerzas desde abajo. Hacer lo que no hace ni va a hacer la CGT.
Tenemos que garantizar desde abajo que el 10 sea un paro fuerte y activo para darle un nuevo golpe al gobierno. Empezando por sumarnos a la movilización el día 9 en apoyo a lxs jubiladxs para que sea masiva, pero también impulsando acciones para que el 10 no sea un día para quedarse en casa como pretende la CGT, sino una verdadera jornada de lucha. Estas jornadas de lucha tienen que servirnos para juntar fuerzas desde abajo y así superar el enorme obstáculo que representa la CGT, no solo para derrotar la política del gobierno y el Fondo, sino también para empezar a transitar un camino de construcción de una alternativa propia de lxs trabajadorxs. Un camino que no vamos a poder transitar si no es con el conjunto de lxs trabajadorxs tomando en sus propias manos esta lucha decidiendo todo desde abajo. No podemos seguir dependiendo de convocatorias formales e inconsultas por parte de la dirigencia gremial que sabemos que, lejos de fortalecernos, nos debilitan (no sólo por la falta de un plan de lucha que le dé continuidad a los reclamos obreros y populares, sino además por el propio desprestigio de la dirigencia). Y cualquier paso que demos en cada lugar de trabajo en ese sentido será valioso. Hacer asambleas donde se pueda para discutir cómo intervenimos en este paro y darle continuidad. Y donde no podamos, empezar a agruparnos para construirlas en el futuro. Está planteada cada vez con mayor necesidad la articulación y unidad por abajo con los diferentes sectores en lucha. Y en ese sentido, un ejemplo embrionario pero potente lo están dando lxs jubiladxs, que con su lucha se han vuelto cada vez una mayor referencia para luchadores y luchadoras que se suman, no solo para dar su apoyo sino también para integrar y unir sus propios reclamos.
Que la preparación del paro nos sirva para dar pasos en este sentido y en la perspectiva de auto-organizarnos sin dirigentes. Y desde allí construir un plan de lucha hasta derrotar la política de ajuste y saqueo del gobierno, incluyendo la pelea por la inmediata ruptura con el FMI y el desconocimiento de la estafa de la Deuda Externa. Al país de la timba, la Deuda y el extractivismo, tenemos que oponerle otro construido desde abajo que priorice las necesidades populares y no las ganancias empresarias.