GANE QUIEN GANE LAS ELECCIONES: HAY QUE LUCHAR Y CONSTRUIR DESDE ABAJO UNA ALTERNATIVA SIN DIRIGENTES
El resultado electoral fue un sacudón. De repente una mayoría del pueblo aparentemente desconectada de lo político “se conectó”. Pero los días posteriores a la elección evidenciaron que no era desconexión de lo político sino de lo electoral, y desconfianza popular frente a los mecanismos de la democracia representativa. Lo político interesa y mucho, como se está viendo por estos días donde abundan las preguntas sobre el futuro (y también sobre el pasado, “¿cómo llegamos hasta acá?”). Un pueblo que, sumergido en una crisis social y económica profunda, parece estar frente a un escenario incierto. Una sensación de “cambio de época”.
El impacto social que significó el resultado de las PASO fue proporcional a la profundidad de la crisis de representación que quedó al desnudo. Una crisis que, lejos de ser una excepción, recorre gran parte del mundo como consecuencia de un capitalismo cada vez más voraz que está destruyendo la vida humana con salarios e ingresos miserables, con una desigualdad obscena, con la depredación del planeta y el saqueo a los bienes comunes y con trabajadoras y trabajadores empobrecidos y precarizados “librados a la suerte” de la explotación empresaria y a la represión si protestan. Las causas profundas de las pocas expectativas populares en las democracias representativas hay que buscarlas ahí. Y la elección del 13 de agosto lo puso de manifiesto en Argentina: un pueblo que cree cada vez menos en “sus” representantes, con un amplio sector que directamente los rechaza.
Este nos parece uno de los datos salientes de la elección y el hilo conductor que de alguna manera vincula el nivel de abstención más alto del período posdictadura, el derrumbe del PJ (haciendo la peor elección en su historia) y el triunfo coyuntural de un “outsider” violentamente antiobrero y explícitamente antidemocrático como Milei que supo captar ese rechazo popular a la dirigencia política (por algo su consigna principal fue y es “terminar con la casta”). Hay un clima de época que brota potente desde abajo: los pueblos cada vez buscan menos dirigentes y desconfían de quienes se postulan para dirigirlo. Y a quienes siguen buscando les cuesta encontrar algo que les entusiasme, o depositan débiles expectativas que preanuncian rápidas desilusiones. Por abajo todo parece estar “suelto”, incluyendo el voto, y nada está expresando mejor este cambio de época que la crisis en la que está sumergido el PJ, muy lejos ya del lugar que supo ocupar como dirección histórica del movimiento obrero.
Pero así como crece el desprestigio de la dirigencia política y del conjunto del poder institucional, también es una verdad de a puño el enorme vacío de una alternativa obrera y popular que entusiasme para sumarse a construirla desde abajo.
El Gobierno ajusta y la CGT respalda… (los Milei no caen del cielo)
Ese vacío de alternativa de lxs trabajadorxs y del conjunto del pueblo se está expresando hoy en forma dramática. El Gobierno Nacional está llevando adelante un violento ajuste. Hace lo que el FMI le pide que haga. La reciente devaluación impactará brutalmente en el salario y los ingresos populares, más allá de las medidas “paliativas” anunciadas por Massa que estarán lejos de cubrir las necesidades básicas de un pueblo que no soporta más ajuste. Mientras tanto todas las conducciones gremiales, con la CGT a la cabeza, avalan y dejan pasar cada uno de estos ataques. En vez de convocar a medidas de fuerzas y empujar para que en cada lugar de trabajo se hagan asambleas donde se discuta cómo enfrentar el ajuste y lo que se viene, se ponen al servicio del interés electoral del ajustador de Massa. Dejando un vacío enorme que es el poder de lxs trabajadorxs para enfrentar las medidas antiobreras del poder económico y político. Si ese vacío no lo empezamos a llenar desde abajo, partiendo de la lucha que hoy está planteada que es la defensa del salario y nuestros ingresos, se irá allanando cada vez más el camino para que las principales fuerzas políticas sigan avanzando en un proyecto de país acorde a las expectativas del poder empresario. Ese proyecto lo conocemos, lo vienen aplicando y lo dicen públicamente, oficialistas y opositores coinciden en sus aspectos estructurales: alineamiento con el FMI y reconocimiento de la Deuda, mayores ajustes al salario y los ingresos populares, saqueo y extractivismo, reforma laboral y previsional.
Seguro que hoy en el país hay millones que no avalan este proyecto. Que no ven ninguna salida para el pueblo de la mano del FMI y de seguir priorizando los intereses de las grandes patronales agrarias, bancos, empresas de servicios y de las grandes transnacionales que siguen ganando fortunas a costa de la explotación y el hambre del pueblo. Sin duda que ahí hay una gran fuerza, aunque por el momento relativamente contenida. Y en esa contención, el rol de las direcciones políticas y gremiales juegan un papel fundamental.
Es clave que desde abajo rompamos ese “chaleco de fuerza” que son las direcciones y salir a enfrentar hoy mismo el proyecto de los que nos gobiernan y de los que nos quieren gobernar, y empecemos a darle voz desde abajo a un proyecto alternativo. Enfrentar a los Massa, Milei y Bullrich hoy es imprescindible para prepararnos con la mayor fuerza para enfrentar a cualquiera de ellos que gane las elecciones, incluido el confeso proyecto represivo de Milei.
¿Con qué fuerzas contamos?
Hay quienes con genuina preocupación hoy se están preguntando si las PASO no reflejaron un “giro a la derecha”. Sin duda hay un elemento objetivo: el respaldo electoral que han tenido discursos tan violentamente anti-obreros como los de Milei y Bullrich. Pero frente a lo que expresa el carácter reaccionario de las principales candidaturas, todavía existe un sector muy importante del pueblo que hoy rechaza el ajuste de Massa y el programa de saqueo del FMI y también las salidas antipopulares que defienden Milei y Bullrich. Sectores que han votado a la izquierda (en sus distintas variantes), a Grabois e incluso en gran número quienes han votado por el mismo Massa “tapándose la nariz”. Y por supuesto también un sector muy amplio que se abstuvo, votó en blanco o impugnó el voto porque no confía en nadie. Ahí “abajo” hay una gran potencia para disputar relaciones de fuerzas frente a un poder político y económico que, sin ocultarlo, plantean abiertamente que la salida es “orden”, ajuste, saqueo y ataque a los derechos laborales y democráticos.
Por otra parte, si bien votando a Milei se fortalece objetivamente la propuesta más anti-obrera del poder empresarial, ese voto no es homogéneo. Muchos votos son de quienes con justa razón rechazan a la dirigencia política tradicional y desconfían del Estado. Mucho se ha hablado de un sector cada vez más amplio de trabajadorxs que han sido víctimas de la voracidad capitalista que precariza cada vez más el trabajo. Mano de obra sin derechos, muchos “uberizados” que salen a ganar el mango día a día dotados sólo de su cuerpo, de una bicicleta y de un celular. Todo un sector en crecimiento (en gran número jóvenes), con bronca, que tiende a rechazar lo colectivo (que a su vez vincula con el Estado) o que no tiene la posibilidad de organizarse colectivamente. Todo un terreno fértil para que calen hondo propuestas como las de Milei o Bullrich de “achicamiento del Estado” y de ataques a los sectores populares, que han sido expulsados primero violentamente del sistema, sobreviven gracias a los planes sociales otorgados por los gobiernos solo para prevenir desbordes, pero después se los estigmatiza y responsabiliza de los males causados desde el poder.
Ese sector podría sumarse si se muestra desde abajo un camino de lucha colectiva especialmente encabezada por la clase obrera. Pero la dirigencia política y gremial nos ata las manos. Durante todos estos años ha habido experiencias valiosísimas en ese sentido: desde la impresionante lucha feminista auto-convocada del Ni Una Menos hasta la actual en Jujuy. Pasando por muchas otras experiencias de lucha como la ambiental en Chubut o en Mendoza contra la megaminería, la de la enfermería del 2018 o la de residentes del 2021 en CABA, o la de Salud en Neuquén, surgidas desde abajo y contra los aparatos dirigenciales, y otras obreras como la del Sutna que logró un triunfo muy valioso. Pero seguramente habría muchas más si las direccionales gremiales y políticas las hubiesen promovido. La pelea reciente en Jujuy es un gran ejemplo. ¿Qué hubiese pasado si las principales conducciones convocaban a un paro nacional para apoyar a lxs docentes jujeñxs y las comunidades originarias en su lucha contra la reforma constitucional? ¿No se habría fortalecido esa lucha en vez de quedar aislada como quedó? Sin ir más lejos, si la CGT convocara hoy a un paro nacional en defensa de nuestros salarios, ¿no tendríamos una enorme fuerza colectiva para enfrentar el ajuste en marcha? Porque no es que la clase trabajadora tiene expectativas en los que gobiernan o dirigen, sino que ha habido una enorme traición de las direcciones sindicales. Por eso tanta riqueza viene mostrando la lucha feminista, porque sin dirigentas a la cabeza, las mujeres tomaron desde abajo la lucha y pelearon en forma autoconvocada hasta lograr la Interrupción Voluntaria del Embarazo. O la experiencia de lxs residentes que, desbordando a sus direcciones burocráticas por fuera de los aparatos, se auto-organizaron sin dirigentes convocantes y obtuvieron un triunfazo contra Larreta. Son experiencias riquísimas que le muestran al conjunto del pueblo trabajador la potencia que tendrían sin en vez de poner expectativas en dirigentes que los guíen, las pusieran en sus propias manos autoorganizándose y construyendo mecanismos de decisión horizontal que permita luchar con más fuerzas. ¿O acaso no fue precisamente depositar expectativas en dirigentes políticos y gremiales lo que llevó a que hoy las alternativas sean Milei, Bullrich o Massa?
Este es precisamente el gran problema que está planteado enfrentar para el conjunto del pueblo trabajador en la defensa de sus condiciones de vida (cada vez más dramáticamente comprometida aquí y en el mundo) y la construcción de una salida propia de lxs trabajadorxs: dejar de seguir dirigentes y pelear por la autodirección misma de lxs trabajadorxs y el pueblo. En ese sentido, nuestro planteo está muy lejos de lo que proponen las fuerzas tradicionales de la izquierda que ven imposible que la clase trabajadora se autodirija e insisten en que el camino es seguir construyendo partidos que la guíen, porque, coherente con su mirada y formación, entienden que los pueblos, para cambiar las actuales direcciones, programa y políticas, necesitan luchar con la conducción de las propias direcciones de izquierda.
Luchar por construir una salida desde abajo sin dirigentes
Seguramente muchxs de lxs que queremos enfrentar lo que viene estamos llenxs de preguntas sobre cómo hacerlo. La respuesta está en dejar de mirar para arriba y empezar a mirar al costado: al compañero o compañera de trabajo que se hace la misma pregunta: “¿cómo?”. Una pregunta que tenemos que responder desde abajo, construyendo un camino de lucha sin esperar a que nos convoque ningún dirigente. Nuestras mayores fuerzas para enfrentar los ataques de Massa y el gobierno al salario y defender las condiciones de trabajo van a venir de ahí, peleando y construyendo espacios donde decidamos todo horizontalmente sin dirigentes. Frente a este escenario, ¿no necesitaríamos en forma urgente un paro nacional y un plan de lucha?. Pero eso no se agita, se construye desde abajo porque de arriba no viene, y si viniera sería para descomprimir como tantas veces y no para desarrollar caminos de lucha y de organización obrera para enfrentar la coyuntura de hambre y ajuste y los atropellos reaccionarios que ya estamos viviendo con Massa hoy, los que ya vivimos con Bullrich/Macri o la profundización de esa violencia antidemocrática en los ataques antiobreros y antipopulares que anuncia Milei, todos ellos de la mano del FMI y del poder empresarial. Enfrentar el ajuste de Massa hoy y repudiar a Milei y Villarruel como hicimos en estas horas es ya organizarnos para enfrentar a quien mañana pueda ganar e intente arrancarnos conquistas u obstaculizar una salida de fondo obrera y socialista que tenemos el desafío de construir. Caminos de lucha que nos sirvan para construir desde abajo la alternativa que hoy no tenemos. Agrupándonos en la pelea con luchadores y luchadoras que coincidan en promover y trabajar por que la clase obrera avance en auto-organizarse en espacios sin dirigentes, en un proyecto político propio e independiente que, basado en sus organismos, se postule frente al pueblo para encabezar una salida a la crisis grave del país y opuesta a la del poder empresarial. Un proyecto de país y de mundo alternativo al de los de arriba. Es la tarea de la hora. Luchar, agruparnos en organismos propios de lxs trabajadorxs, sin dirigentes, peleando por que todo se decida horizontalmente. Auto-organización y auto-dirección. Solo así vamos a poder construir una alternativa al capitalismo que nos está llevando al abismo aquí y en el mundo.