EL AJUSTE NO ES NINGUNA CIENCIA
Los trabajadores y trabajadoras del INTI protagonizan una pelea contra 258 despidos que pretende ser la antesala de un intento de desguace aún más profundo.
El conflicto irresuelto por los 258 despidos sin causa en el INTI se transformó en un sorpresivo problema para el gobierno nacional, que no logra desactivar un proceso de lucha que tuvo 47 días de paro efectivo, y pone de manifiesto la potencia de los trabajadores cuando pelean, frente a una coalición política que –si bien avanza en su tarea de ajuste- no consigue dominar los escenarios donde interviene, y en consecuencia, revela una debilidad congénita.
En diciembre de 2015, un gabinete de funcionarios políticos del PRO sin carrera en la investigación tecnológica asumió por decreto el control del reconocido organismo científico-técnico.
Luego de dos años de polémica gestión –que incluyó contrataciones directas injustificadas a empresas amigas por millones de pesos para obras, productos y servicios, sobreprecios, incorporación irregular de “asesores” con afinidad política y total falta de idoneidad para cargos jerárquicos, tercerización de sectores, persecución política a las voces disidentes, entre otros pergaminos- el cuestionado directorio pretende reorientar la institución de forma inconsulta y recortar drásticamente su personal y líneas de trabajo.
La abrupta reestructuración del organismo, planificada de espaldas a la comunidad científica, lxs trabajadores y la sociedad, se enmarca en la serie de acuerdos del gobierno de Mauricio Macri con un sector del capital trasnacional enrolado en la Unión Europea, con quien el Poder Ejecutivo intenta sellar convenios de cooperación y libre comercio, duramente criticados por la Unión Industrial Argentina (UIA) por sus implicancias desregulatorias.
En particular, el INTI firmó un oneroso contrato con la Corporación Tecnalia –cuya Comisión Ejecutiva es presidida por representantes de la petrolera Repsol, de lamentables antecedentes en nuestro país- para “reorganizar” mediante recorte de personal, privatización del sistema métrico legal, venta de activos y disolución de unidades técnicas al único ente público y autárquico especializado en atender las necesidades y obligaciones de control imparcial, evaluación, certificación, asistencia técnica y fortalecimiento de la industria nacional.
Al “Masterplan” de ajuste, plan de lucha desde abajo
La primer parte del denominado “Masterplan” para el INTI consistió en el despido de 258 trabajadores (profesionales, técnicos y administrativos) sin causa, tal como consta en los telegramas de desvinculación enviados entre enero y febrero de 2018.
Las autoridades se negaron a dar explicaciones a lxs trabajadores para justificar los casos, pero realizaron declaraciones en medios de comunicación, donde adujeron que se trataba de causales relacionadas con el ausentismo (primer calumnia, dado que muchos de los despedidos cobraron el premio al presentismo), la “conflictividad” (eufemismo de persecución ideológica, ya que arrasaron con delegados, activistas y hasta quienes apenas asistían a las asambleas de trabajadores) y discontinuación de líneas de trabajo que supuestamente ya atienden otras dependencias públicas (una inconsistencia que contradice el discurso del propio gobierno, ya que sectores “estratégicos” del INTI como Energías Renovables y Agroalimentos recibieron despidos de profesionales altamente formados y comprometidos con su trabajo, y en casos como Finanzas y Dirección de Obra –también afectados por despidos- se crearon sectores paralelos o duplicados afines a la nueva gestión).
Un solo grito: “En INTI no sobra nadie”
La respuesta a los 258 despidos (una situación dramática e inédita en los 60 años de la Institución) fue inmediata. Sin todavía conocer los nombres de lxs afectadxs (el Gerente de RRHH confirmó la cantidad pero se negó a informar a la nómina, sometiendo a lxs trabajadores a una situación angustiante e incierta) una asamblea de 700 trabajadores decidió el corte de la Avenida General Paz el viernes 26 de enero para pedir que las autoridades –al menos- dieran explicaciones. Suspicazmente, horas antes de dicha asamblea, los apologetas del diálogo se fugaron de sus oficinas y se negaron a dar la cara.
La indignación fue tan grande, que el conjunto de los trabajadores del INTI puso en funcionamiento un plan de lucha para el que no tenían libreto. El mismo día del anuncio de despidos se votó en una asamblea nocturna el estado de asamblea permanente y la permanencia pacífica en el predio de General Paz 5445.
Lxs trabajadores están rodeados de solidaridad, tanto por compañeros de otros lugares del Estado en conflicto como del sector privado. Se avanzó en la unificación de esa luchas para derrotar el ajuste: hubo acciones conjuntas con el Hospital Posadas, la Unidad de Ejecución Provincial, los mineros de Río Turbio, Fanazul, el Centro de Energía Atómica (CNEA), el Ministerio de Economía, el Ballet Nacional y Camioneros, que trajeron su apoyo con una imponente caravana de 50 camiones tocando bocinazos en la puerta del organismo al grito de “Unidad de los Trabajadores, y al que no le gusta, se jode”.
Lxs profesionales y técnicos del INTI llenaron de contenido las horas de huelga: charlas públicas de divulgación científica a la comunidad, talleres de elaboración de productos manufacturados, debates laborales con perspectiva de género, ferias de ciencias, análisis de calidad del agua para todos interesados y hasta clases de apoyo gratuitas a alumnos de todos los niveles a cargo de investigadores de prestigio internacional, nada menos.
También las instituciones académicas como la UTN y la UBA se expresaron en consonancia. Los directores técnicos del organismo y los mandos medios reclamaron por escrito la reincorporación de los despedidos, al igual que destacadas personalidades de la ciencia como Adrián Paenza, Diego Golombek, referentes de DDHH como Nora Cortiñas y Adolfo Pérez Esquivel y numerosos ex directores de carrera de la Institución que se acercaron a ofrecer su respaldo, al igual que todo el arco político de la oposición.
Hasta las principales cámaras empresariales! (como la UIA y la ADIMRA, entre otras), en un principio indiferentes a los despidos, empezaron a ejercer presión para que el Gobierno resuelva el conflicto, ya que miles de Pymes necesitan los servicios de INTI para seguir funcionando.
El rol de la dirección
El potente proceso que se construyó al calor del conflicto tuvo varios momentos de alza y algunos de retroceso. Entre los segundos, existió un episodio paradigmático respecto del rol de las direcciones en el movimiento obrero, que actualiza la necesidad de construir la autodirección de las luchas.
A 15 días del comienzo del conflicto, la junta interna (JI) firmó un acta de entendimiento con las autoridades del INTI, sin consultar previamente al conjunto de lxs trabajadores. En la misma no se establecía una resolución, sino algunas condiciones para el desarrollo del proceso, como el “reinicio habitual de las actividades del Instituto”, el libre acceso de lxs compañeros despedidos al predio y el compromiso de las autoridades de revisar los casos de despidos “presentados por ATE”. Ya firmado, el documento se sometió a una asamblea condicionada, ríspida y dividida, pero sobre todo, disminuida ante el accionar inconsulto del la JI.
Más allá de la valoración de los ítems acordados en el acta, sobre los que no hubo unanimidad, la forma en que se desarrollaron los hechos lesionó el mayor capital de esta lucha: la dinámica participativa, amplia, horizontal de decenas de trabajadores que hasta entonces sentían que eran protagonistas directos de los acontecimientos. Varios de ellos, cayeron en un escepticismo desmovilizante que, naturalmente, debilita la lucha de conjunto.
Luego de 47 días de paro, una multitudinaria asamblea votó ajustadamente levantar todas las medidas de fuerza como “gesto” de voluntad de diálogo. Un gesto desproporcionado, alentado por la JI bajo el pretexto de que el paro ya no tenía su impulso inicial –lo cual podía ser cierto-, pero cuya interrupción dilapidó la presión al sector productivo acumulada durante más de 7 semanas. Como contraparte, las autoridades ofrecieron (de palabra, sin siquiera un mail de por medio) una incierta mesa de diálogo con el gremio…
En estas condiciones, la pelea sigue pero con menor margen. Su destino está condicionado a recuperar el desarrollo participativo que suscitó entre los centenares de trabajadores movilizados, decidiendo en asambleas de sector y asambleas generales, debatiendo, equivocándose y aprendiendo de los errores, pero siempre protagonizando sin intermediarios que reemplacen su voluntad. La suerte de los 258 y de toda la institución se juega en no trasgredir este principio profundamente democrático que, si logra desatarse, hará escuela en la clase trabajadora.